Muerto en el acto
Ayer vi en el periódico la noticia de un chaval que había muerto en un accidente de moto. Completaba la crónica una foto del suceso; según parece, salió de un cruce y se empotró contra un coche que circulaba por la carretera perpendicular: como es obvio, el coche sólo tuvo la puerta abollada, mientras que la carrocería del motorista salió peor parada. Para terminar la información, el periodista comentaba que el chico llevaba puesto el casco, y que cuando llegó la ambulancia ya estaba muerto. Espera… ¿estaba muerto, aunque llevaba casco? ¿Para qué sirve entonces ese trasto en la cabeza? (razonamiento propio de chaval de catorce años que no acaba de entender la miga del asunto).
Viendo la foto, quedaba bastante claro qué es lo pudo suceder: el chico se estampó a cuarenta, sesenta kilómetros por hora, contra una superficie rígida, deteniéndose su cuerpo inmediatamente por la chapa del coche. Pero, claro, a ninguno de vosotros se os escapa que dentro de nuestro cuerpo hay cosas (los médicos lo llaman «órganos») que están más o menos sueltas: mientras sus costillas ya estaban detenidas contra el acero del Citroën, dentro del abdomen el bazo se proyectó hacia delante con la misma velocidad que llevaba el cuerpo segundos antes, sujeto sólo por un pedículo vascular (vena y arteria esplénicas). Así, si no se revienta al clavarse contra alguna costilla rota, los vasos se seccionan, empezando a sangrar a borbotones. Esta hemorragia puede matar a una persona en unas horas, incluso minutos.
No obstante, apuesto chuletón contra hamburguesa a que el chaval no agonizó, sino que murió prácticamente en el acto. Los juntaletras suelen emplear esta expresión a menudo en el contexto de pacientes politraumatizados: un albañil que se ha caído de un andamio, una colisión frontal, incluso una coz de caballo. ¿Qué tienen en común todos estos accidentes? Un choque, una deceleración brutal, que sacude los órganos de las cavidades. De hecho, os cuento un frikidato (el que quiera sangre, que se lo salte y vaya al siguiente párrafo): los nervios que llevan la información olfativa son unas pequeñas fibras que parten del techo de la cavidad nasal y llegan al cerebro penetrando en el cráneo a través de una lámina de hueso perforada (aka. lámina cribosa). En un choque frontal con el coche, el cerebro es sacudido y se desplaza unos milímetros, arrastrando con él todas las estructuras que tiene conectadas. Como, por ejemplo, esas fibrillas nerviosas olfatorias, que serán cortadas por el hueso que atraviesan. De ahí que haya pacientes que refieran anosmia (irreversible) después de un accidente de tráfico, pues se les han seccionado las fibras que lo transmiten.
Como estaba diciendo, los órganos de las cavidades son violentamente proyectados hacia delante. Ya vimos lo que ocurría con el bazo; el corazón está en una situación similar. En una deceleración brusca el corazón se desplaza hacia adelante, arrastrando con él todas las estructuras que salen/entran de él, como por ejemplo la aorta ascendente o las arterias pulmonares (echadle un vistazo al dibujillo). Sin embargo, la aorta descendente tiene una movilidad mucho menor, pues está retenida por otras estructuras. Así mismo, existe una estructura, el ligamento arterioso (remanente de un vaso embrionario), que conecta la arteria pulmonar con el cayado de la aorta en un punto llamado istmo de la aorta: en esta zona aparece un esfuerzo de torsión tangente a la pared de la arteria, y otro de flexión en el eje largo de la aorta, así como un efecto «martillo de agua» ¿Resultado? El vaso revienta: lo que se denomina transección aórtica.
Así, la sangre que bombea el corazón ya no va por la aorta hacia todos los vasos del cuerpo, sino que se vierte directamente en el mediastino, en «tierra de nadie» en el tórax. Para hacernos una idea, dos cifras: un vaso de cuatro centímetros de diámetro, a 100 mmHg de presión media. O, más fácil: un gasto cardíaco de 5 L/minuto. En treinta segundos habría perdido un volumen vital de sangre: muerto en el acto.
Como frikidato curioso, aparte de la sección de grandes vasos, la otra forma de morir «en el acto» es el derramamiento de masa encefálica (y, según tengo entendido, es el único criterio por el que puede declarar la muerte alguien que no sea médico).
Si os habéis quedado con ganas de más, os recomiendo algunos artículos que he encontrado por PubMed:
Great vessels injury. Symbas PN., Am Heart J. 1977 Apr;93(4):518-22.
Aortic transsection after blunt chest trauma. Tsoukas A, et al. Echocardiography. 2001 Jul;18(5):385-8.
Traumatic rupture of the aorta: immediate or delayed repair? Symbas PN, Sherman AJ, Silver JM, Symbas JD, Lackey JJ. Ann Surg. 2002 Jun;235(6):796-802.
Si señor, todo un artículazo de los que me gusta leer de un médico. Me has cambiado completamente la perspectiva de la historia (o de la hostia, tolkin in silver).
Un saludo ¡¡
sonicando
21 Dic 08 at 14:51
woooo me ha encantado! Interesante lo de los nervios del olfato!!!
MaKö
21 Dic 08 at 20:31
Muy bueno, tío. Es curioso que se diga «en el acto» cuando la muerte transcurre en casi un minuto.
Me ha gustado eso de que ante derramamiento de masa encefálica todos podemos decir «anda mira!! ta´mueto!!! 🙂
Tall & Cute
21 Dic 08 at 22:21
Bueno, lo de morir en el acto creo que es una descripción más periodística que médica.
Para mí, la auténtica muerte instantánea es la que implica una pérdida de integridad rápida y severa del encéfalo. Ahí no hay duda que de un instante a otro, la actividad cerebral ha desaparecido. El resto de fallecimientos, en los que transcurren varios segundos en los que el cerebro sufre la pérdida de oxígeno (y muestra una pérdida de actividad paulatina, no brusca), para mí no sería una muerte instantánea. Sería rápida.
¿Cómo lo véis vosotros?
Por cierto, muy buen artículo, me ha permitido recordar detalles anatómicos casi olvidados 🙂
Ocularis
21 Dic 08 at 23:35
@sonicando:
Ains, no me digas esas cosas, que me sacas los colores 😳 😛
@MaKö:
Recuerdo que lo aprendí en un libro de Anatomía (como casi siempre, me aburría estudiando, así que empecé a pasar las páginas y leer historietas curiosas) y, años más tarde, una amiga me dijo que a su madre le pasó exactamente eso.
@Tall & Cute:
Vuelveeeee, a casa vueeelveeee… 😉
En efecto, como dice Ocularis, lo de «muerto en el acto» es un término más periodístico que médico, pues ni la guillotina mata «en el acto» (aunque quizás sea lo que más se le puede parecer, aparte del desparrame cerebral).
@Ocularis:
Estoy de acuerdo. Como ya he puesto antes, ni la guillotina es una muerte «instantánea», pues el cerebro aún conserva unos segundos de oxigenación. La única muerte que realmente ocurre «en el acto» es algo así (AVISO: no apto para personas impresionables). Así que también suscribo lo de los plumillas 🙂 De hecho, me acabo de percatar que, aunque quería decir eso en la entrada, no lo he puesto expresamente: voy a corregirlo.
EC-JPR
22 Dic 08 at 12:09
Me encanta el término «desparrame cerebral», creo que se da en la misma clase que «hostiamiento cervical» y «cagalera estomacal»…
Buena entrada, creo que esto me lo explicaron
Ulukai
22 Dic 08 at 21:03
No entiendo por quémi anterior comentario no salió entero… Iba a decir que a mi en su día me dieron como ejemplo la muerte de Ayrton Senna
Ulukai
23 Dic 08 at 12:09
Ni idea: estoy mirando en la Wikipedia, y hay información contradictoria. Es posible que la causa fuera esa, pues un desgarro subtotal (que es lo que suele ocurrir) es equivalente a un aneurisma aórtico disecado, y podría haber demorado la muerte esas cuatro horas. No obstante, también hablan del impacto de un objeto contra su cabeza, y que incluso llegó a perforar el casco… Así que no sé.
EC-JPR
23 Dic 08 at 18:16
Cosas así te hacen reflexionar.
Yo también tuve un accidente, parecido y me caí hacia atrás y no me hice NADA (no puedo decir lo mismo de mi casco y de un colega que se rompió la pierna).
Y también se murió un amigo por un derrame cerebral.. al menos ahora sé que no sufrió.
Gracias.
Arkero
24 Dic 08 at 12:31
@Arkero:
Bienvenido por estos lares, Arkero. La verdad, una de las cosas de las que te das cuenta en Medicina es lo jodidamente fácil que es morir y lo aleatorio que resulta todo. Nos creemos los putos reyes del baile, hasta que un amigo se cae de la bici y se abre la cabeza contra una piedra. Sin embargo, otro se cae por un barranco, y sólo se rompe el casco. De todas formas, ya dije una vez que «lo normal» es enfermar y morir, y la labor del médico es intentar regatear ese destino.
Joder, qué negro me ha quedado para ser navidad…
EC-JPR
25 Dic 08 at 13:45
[…] Traumatismo. Este es fácil: desangrado. De hecho, tiene hasta una entrada en el blog: muerto en el acto. […]
¿Cómo nos morimos? at Per Ardua ad Astra
2 Sep 10 at 00:11
Es curioso el tema. Ya lo habia pensado antes, la muerte es algo tan simple, pero por alguna razon tenemos una potra que no veas.
Sobre el video que has metido en el comentario, lo tengo en la memoria de cuando era un niño y lo pasaron por las noticias… Ya me habia olvidado de el.
falbalo
2 Sep 10 at 21:31
¿Potra? No lo sabes tú bien. Cuando ves la cantidad de enfermedades que hay, esta en uno de cada mil, esta en uno de cada quinientos, la esquizofrenia, uno de cada cincuenta… ¡La suerte que tenemos de estar sanos! Joder, si simplemente nacer sin taras me parece ya como para echar una Primitiva 😳
EC-JPR
2 Sep 10 at 23:11