Entradas de archivo para la categoría ‘Economía’
Las uvas de la ira
Se publicó hace 70 años: copio unas líneas, y que levante la mano quien no crea que esto se pudo escribir anteayer.
If a bank or a finance company owned the land, the owner man said, The Bank—or the Company needs—wants—insists—must have as though the Bank or the Company were a monster, with thought and feeling, which had ensnared them. These last would take no responsibility for the banks or the companies because they were men and slaves, while the banks were machines and masters all at the same time. Some of the owner men were a little proud to be slaves to such cold and powerful masters. The owner men sat in the cars and explained. […] The bank—the monster has to have profits all the time. It can’t wait. It’ll die. No, taxes go on. When the monster stops growing, it dies. It can’t stay one size. […]
Grampa took up the land, and he had to kill the Indians and drive them away. And Pa was born here, and he killed weeds and snakes. Then a bad year came and he had to borrow a little money. An’ we was born here. There in the door—our children born here. And Pa had to borrow money. The bank owned the land then, but we stayed and we got a little bit of what we raised.
We know that—all that. It’s not us, it’s the bank. A bank isn’t like a man. Or an owner with fifty thousand acres, he isn’t like a man either. […] We’re sorry. It’s not us. It’s the monster. The bank isn’t like a man.
Yes, but the bank is only made of men.
No, you’re wrong there—quite wrong there. The bank is something else than men. It happens that every man in a bank hates what the bank does, and yet the bank does it. The bank is something more than men, I tell you. It’s the monster. Men made it, but they can’t control it. […] You’ll have to go.
We’ll get our guns, like Grampa when the Indians came. What then?
Well—first the sheriff, and then the troops. You’ll be stealing if you try to stay, you’ll be murderers if you kill to stay. The monster isn’t men, but it can make men do what it wants.
John Steinbeck. The Grapes of Wrath. 1939.
La privatización de la sanidad, en pocas palabras
Paseando por Mollat encontré Où va le système de santé français, un pequeño libro muy recomendable que reflexiona sobre el funcionamiento y la evolución histórica del seguro de enfermedad francés. Uno de los autores, André Grimaldi, proporciona esta joya que copio debajo (las cursivas son mías, y dejando el ratón sobre las frases punteadas aparecen algunas aclaraciones):
Quel est l’enjeu de cette réforme néolibérale ?
Il ne s’agit pas, contrairement à ce que l’on peut penser, de diminuer la part du coût de la santé dans le produit intérieur brut du pays. Il s’agit seulement de réduire la part financée par la Sécurité sociale en augmentant celle revenant à la charge des ménages eux-mêmes. Ce « reste à charge » pourra être payé directement par les ménages ou financé par les assurances complémentaires (mutuelles ou assurances privées). […] En effet, la Mutualité prétend faire mieux que la Sécurité sociale en matière de régulation des coûts de santé, bien qu’on ne comprenne pas pourquoi les dirigeants de la Sécurité sociale, nommés par l’État, n’auraient pas cette même volonté. D’autre part, on sait que les frais de gestion et de marketing des mutuelles sont beaucoup plus élevés que ceux de la Sécurité sociale. Et la concurrence, loin d’entraîner une diminution des prix, a une logique inflationniste. Enfin, derrière les mutuelles qui maintiennent le principe de solidarité, avancent plus ou moins masqués les assureurs privés, proposant un financement « à la carte » en fonction du risque de chacun. Il ne fera pas bon avoir une ou plusieurs maladies chroniques coûteuses, et gagner entre une et deux fois le SMIC dans les prochaines années ! Mais cette situation serait rentable pour les assureurs et coûtera moins cher à l’État, du moins à court terme.
¿Qué está en juego en esta reforma neoliberal?
No se trata, al contrario de lo que podamos pensar, de disminuir la parte de gasto sanitario en el PIB. Se trata solamente de reducir la parte financiada por la Seguridad social, aumentando la que queda al cargo de las propias familias. Este «resto a pagar» podrá ser pagado directamente por las familias o financiado por los seguros complementarios (mutuas o seguros privados) […] En efecto, la Mutua pretende hacerlo mejor que la SS en materia de regulación de los costes sanitarios, aunque no se comprende por qué los dirigentes de la SS, nombrados por el Estado, no habrían de tener esta misma intención. Por otra parte, sabemos que los gastos de gestión y mercadotecnia de las mutuas son mucho más elevados que los de la SS. Y la competencia, lejos de conllevar una disminución de los precios, tiene una lógica inflacionista. Por último, detrás de las mutuas que mantienen el principio de solidaridad, avanzan más o menos enmascarados los seguros privados, proponiendo una financiación «a la carta» en función del riesgo de cada uno. ¡Más vale no tener una o varias enfermedades crónicas ni ganar entre una o dos veces el SMI los próximos años! Pero esta situación sería rentable para los seguros y costaría más barata al Estado, al menos a corto plazo.
Y esto me trae a la mente palabras como copago y similares. Viene bien aprender de los fallos del vecino, para evitar repetirlos uno mismo.
Nivel de vida
Los ricos viven igual en todas partes. Las clases medias, en función de la tecnología del momento. Y los pobres, en función del PIB del país.
Citado en:
Halón Disparado: «Eso llamado nivel de vida»
Moléculas y filamentos: «La cara dura de la crisis»
Cómo ahorrarse unos durillos: Amazon.com
En estos tiempos de crisis, en los que todo el mundo habla de apretarse el cinturón, os voy a comentar un truquillo (si es que realmente se le puede llamar así) para ahorraros unos euros. Seguro que todos conocéis Amazon.com, ese portal de venta online que empezó vendiendo libros en 1995 y se ha ido constituyendo como una de las mayores empresas de la red, con unas ganancias de US$ 476M en el último año, gracias a la venta de todo tipo de productos (desde libros a alimentación o cosmética).
Decía que Amazon puede ayudarnos a ahorrar dinero… o a permitirnos caprichos por un coste menor del que tendrían en España. La razón es obvia: el tipo de cambio euro/dólar, que actualmente está en ~1,45 US$/€, lo cual hace que comprar allí sea equivalente a tener un 30% de descuento en una tienda cualquiera de nuestra ciudad. A esto se le une que, al tratarse de una tienda on-line, los precios son más bajos de los que podríamos tener en un negocio «físico».
¿Desventajas? Una: las zonas de envío. Amazon no sirve los artículos más jugosos (léase electrónica) fuera de los EE.UU. No obstante, si tenéis algún amiguete que viva en aquella tierra, podéis mandar el pedido a su casa y pedirle que os lo reenvíe: por caro que os saliera, seguro que amortizábais los 300 € o más de ahorro en esa pantalla LCD o esa camarita réflex (ay, si yo pudiera…). Otra: los gastos de envío, pero esto es una desventaja relativa. Hablando de lo que yo conozco, en libros hay que pagar $4 por ejemplar más $4 por envío: un total de 6€. O sea, lo mismo que en La Casa del Libro, pero con un precio de compra sustancialmente menor; tanto es así, que muchas veces compensa hacer un pedido incluso para un único libro.
¿Ventajas? Una: poder comprar libros en versión original mucho más baratos de lo que os costarían en España (suponiendo que pudiéseis conseguirlos). Por ejemplo, compré un ejemplar de Animal Farm + 1984, encuadernado cartoné, por 14 € (precio final, con envío y todo). O el manual del piloto (PPL) de la FAA por 18 €.
Pero eso no es lo mejor. Lo cojonudo es que en Amazon también hay libros en español, y a precios mucho menores que los nacionales. Un ejemplo: el diccionario María Moliner, que en España se vende por 130€ y que conseguí por Amazon por 87,33€ (nuevecito, en tres semanas estaba en casa). Merece la pena, ¿no? Ahora mismo os saldría por unos 100€, así que os ahorraríais mil duretes. Esto unido a la posibilidad que existe en la mayoría de ejemplares de seleccionar el encuadernado que queremos (cartoné o rústica), obteniendo un producto y un precio más ajustado a nuestras necesidades.
Y aquí termina esta entrega de «Economía doméstica, nº 1». En la próxima: «Cómo conseguir programas de calidad para el ordenador sin piratearlos ni tener que pagar licencia» (¿¿treinta mil pelas por un Office?? ¡Anda ya!).
Aún es pronto
Hoy he tenido un debate con un médico que cantaba las bondades de la sanidad privada, y lo rematadamente mal que funciona la pública; entiendo que la salud pública a menudo es un mamoneo, y que es un error eso de que el puesto de trabajo sea prácticamente vitalicio (sin un incentivo, yo tampoco la hincaría). Pero eso no ha de cegarnos y evitar que nos percatemos de que el fin de la empresa es ganar dinero. Punto. Ni sanidad, ni pollas. Di-ne-ro. Eso no es simplificar los argumentos: es no perderse con palabrería.
El problema es que, como digo, a veces la gente se confunde. Y luego pasa lo que pasa. Afortunadamente, aún hay tiempo. Aún.
Selección natural y economía sanitaria
Aviso a navegantes: aquellos que terminéis de leer el texto posiblemente me comparéis con el Dr. Mengele. En ese caso, prometo que no aplicaré la ley de Godwin pero, por favor, dad argumentos. O, mejor, intentad refutar los míos, que será más útil para todos.
Introducción
Estoy disfrutando ahora de «Brave New World Revisited» (Nueva visita a Un Mundo Feliz), una serie de artículos escritos por Aldous Huxley, remedando un epílogo a su novela «Un mundo feliz». Abro un paréntesis para recomendaros que leáis los dos, si aún no lo habéis hecho. Respecto a la novela principal, no me voy a alargar exponiendo mi opinión: sólo diré que, a pesar de estar escrita allá por 1931, creo que proporciona una visión no demasiado descabellada de un futuro bastante próximo.
El caso es que, como decía, estoy leyendo «Brave New World Revisited». Comparto muchas de las cosas que dice Huxley, y eso que justo he terminado el primer capítulo; ya por 1958 era un visionario del desarrollo sostenible hablando sobre la superpoblación. No en vano, las protagonistas de la novela (recordemos: 1931) llevaban sus anticonceptivos en unos elegantes «cinturones maltusianos» (hijos de la LOGSE aunque intelectualmente inquietos: clicad aquí).
Acabo de terminar el primer capítulo. Llego al segundo: «Cantidad, calidad, moralidad». Y me encuentro con esta perla:
Hoy, gracias a la sanidad, la farmacología moderna y la conciencia social, la mayoría de los niños nacidos con defectos hereditarios alcanzan la madurez y multiplican a los de su clase.
Voy a tirarme flores: yo ya lo sabía. Desde el instituto intuía que la labor evolutiva de eliminar a los sujetos menos capacitados, antaño encomendada a la selección natural, es algo que nosotros venimos suprimiendo de un tiempo a esta parte. Hacemos todos los esfuerzos por permitir la supervivencia de los individuos con fallos y, lo que es más grave, aquellos con taras genéticas y, por tanto, transmisibles.
Coste sanitario
Sin embargo, no es sólo esto lo que me ha movido a escribir esta entrada. Ayer mismo le oí decir a un hematólogo que «el tratamiento de un hemofílico cuesta en torno a quince millones de pesetas anuales». Por muy hematólogo que fuese, la cifra se me hizo desorbitada; sin embargo, bastó una mirada al Medimecum y un par de cuentas para darme cuenta de que así era. Estamos hablando, grosso modo, de entre ocho y veinte millones de pesetas por año y persona (50-120.000 €), en función de la edad y la gravedad de la enfermedad, y suponiendo que jamás tenga una complicación (nada de hemorragias, nada de artrosis).
Pero no es necesario hablar de enfermedades tan raras, ni de cifras tan astronómicas. Pongamos un varón de 67 años que tiene un infarto en su casa, llama a la ambulancia y lo llevan al hospital. Le tratan, no tiene ninguna complicación, y se va de alta lo antes posible. Voy a hacer unas cuentas chapuceras, con datos reales: 300 € de la ambulancia. 4.000 € de la angioplastia para reabrirle el vaso, y 2.500 € del stent que le implantan para mantenerla abierta. Un día en la Unidad Coronaria y cinco más en planta suman 2.900 €. Las visitas médicas, analíticas y exploraciones son algo muy variable, pero pongamos unos 1.000 € más. La medicación que ha tomado en el hospital se la regalamos (aunque el primer día puede consumir unos 400 € en medicamentos, y el primer año de tratamiento son unos 930 €). Cuando este hombre vuelva a su hogar una semana más tarde, casi completamente repuesto, habrá gastado más de 1.750.000 pesetas (10.700 €).
¿Qué quiero decir con esto? Que no hace falta irse a enfermedades rarísimas como la hemofilia para que la cuenta de gasto sanitario suba como la espuma. Y tomemos ahora una instantánea de la situación. Todos nosotros hemos tenido la suerte de nacer en un país y en un momento donde la sanidad es pública y socialista: se le da lo que necesita a quien lo necesita cuando lo necesita. Si existe tratamiento, se aplica; sin escatimar. El derecho a la atención sanitaria es algo inalienable. Creo que todos estamos de acuerdo en esto, ¿no?
Sin embargo, la sanidad tiene un coste. ¿Quién lo hubiera dicho, verdad? Y, lo que es más grave, este coste es cada vez mayor. Da igual lo que se haga por intentar reducirlo, porque siempre aparecerán tratamientos mejores, más avanzados y más caros: la paradoja de Maxwell, creo que lo llaman. Quizá hable sobre esto otro día.
Y, por si fuera poco, el hecho de que los recursos están limitados implica que el acceso a los mismos es competitivo. No se puede tratar siempre, con todo, a todos los pacientes, sino que hay que seleccionar: cuando vas en una ambulancia y llegas a una catástrofe, el criterio de atención es «a lo que se mueva» (sí, tal cual). Por eso, optimizar el uso de recursos no es algo mercantilista. Es una cuestión de justicia social. El dinero se acaba, y tratar a un paciente supone no hacerlo con otro. Con la diferencia de que, si en uno empleo demasiados recursos, serán muchos los que se verán privados de ayuda. Tratar a un único hemofílico supone dejar morir a veinticinco personas en lo alto de un monte de donde sólo un helicóptero puede sacarlos, o que fallezcan otros tantos pacientes con una simple apendicitis.
Feedback positivo: más gasto implica más gasto
Muy bien: ya hemos fijado los puntos de partida. Ahora lanzo la bomba. Está claro que la sanidad es cara, y no hace falta ser economista para darse cuenta de que el modelo actual es insostenible. En ese contexto, ¿cómo se concibe dar un tratamiento, que además sólo es paliativo, para una enfermedad hereditaria y, por lo tanto, perpetuable?
Como decía al principio, antaño un hemofílico hubiera tenido muchas cartas para morirse joven: eso es lo que permitía que la enfermedad tuviese una prevalencia mínima, con muy pocos casos en la población. Selección natural, y esas cosas. No obstante, ahora tenemos los medios para pasarnos a Darwin por el forro y conseguir que sobrevivan. Y cuantos más enfermos sobreviven, más enfermos hay en la población.
En este punto es cuando teméis lo que voy a decir y me llamáis doctor Mengele. Pero antes dejadme continuar. El problema no es que haya más enfermos, sino que estos enfermos «crean» más enfermos, multiplicando los costes: cuanto más gasto en ellos, más tendré que desembolsar. Volviendo a los ejemplos que he puesto antes, no hay ningún problema en rescatar a un herido con un helicóptero, o en hacer una apendicectomía, o en tratar a un infartado, pues el tratamiento es curativo, basta con una intervención puntal. Por el contrario, el hemofílico necesitará un tratamiento vitalicio y, además, transmitirá su tara a su descendencia. El hecho de que el infartado o el apendicectomizado puedan vivir más años no hace que, a largo plazo, haya más infartos o apendicitis en la población. Pero si hablamos de enfermedades hereditarias, el aumento de la supervivencia provoca un aumento geométrico en la prevalencia (antes de que repliquéis: ya sé que estoy simplificando, pero es para no enrollarme).
¿Entonces?
Me preguntaréis: ¿y ahora qué hacemos? ¿Nos llevamos las manos a la cabeza y gritamos? ¿Votamos al PP para que privatice la sanidad?
No: es mucho más sencillo que eso. Apuesto chuletón contra hamburguesa a que algunos ya habéis visto la solución según iba hablando. El remedio se llama prevención sanitaria. Cada céntimo invertido con sensatez en prevención, es un céntimo que multiplica su valor, tanto en el sentido económico como de vidas salvadas y calidad de vida mejorada.
Así pues, prevenimos los infartos con campañas de fomento de la dieta saludable y, cuando ya ha ocurrido el infarto, prevenimos sus complicaciones con fármacos. Prevenimos las ETS con campañas de educación sexual. Prevenimos las complicaciones postoperatorias despertando al paciente en quirófano. Y miles de ejemplos más de medidas con una relación coste/beneficio muy satisfactoria.
Sin embargo, ¿cómo podemos prevenir una enfermedad genética? ¿Matando a todos los hemofílicos, para que no la transmitan, «muerto el perro, muerta la rabia»? Obviamente no: ¿qué falta tienen que expiar ellos con su vida? No, mala solución: una vez que están con nosotros, la sociedad tiene el deber moral de atenderlos. Pero repito: cuando ya están aquí. ¿Y si pudiésemos prevenir las enfermedades genéticas? Es decir: ¿y si pudiésemos evitar que apareciesen individuos con taras genéticas? Espera… ¡sí que podemos! ¡¡Selección embrionaria!!
Atención, no me malinterpretéis. No hablo de eugenesia, porque no estamos mejorando la especie humana: no se trata de hacer hijos más guapos, altos y rubios, sino de quitar las enfermedades y, en concreto, aquellas que suponen un especial gravamen para la comunidad. Es la misma diferencia que existe entre la eutanasia y la LET. ¿A que todos veis bien «dejar de curar», pero está mal «matar»? Pues esto es parecido: no consiste en «mejorar», sino en «quitar lo malo».
En fin, después de semejante tocho espero, como dice la canción, haber desordenado vuestra conciencia. Porque, lo mismo que todo el mundo entiende que las campañas de prevención sanitaria son un bien social e individual, también deberíamos entender que lo que propongo es una solución factible a un problema real. No obstante, no es la única: hay otra, pero es más de «ciencia ficción» (lo cual significa: «lo veremos antes de 20 años»). ¿Alguien adivina cuál? Un gallifante al que lo haga.
Han hablado sobre esta entrada…
Rinzewind en «Las penas del agente Smith»
Menéame
Libro de Notas
Caminando hacia la nada
Hablemos de dinero (Videolog, IX)
Había ido acumulando algún vídeo de este pelaje, pero nunca eran lo suficientemente buenos para mi selecta audiencia. No obstante, estos días me he hecho con unas perlas que merecían ser publicadas ipso facto.
Aunque están en clave de humor, todos son pequeños retazos de la cruda realidad. Esa que dice que vamos en un tren de mercancías, sin frenos, bajando una montaña, y justito acabamos de pasar la cima. Ya veréis qué risa cuando esto pete.
Diferencia entre intervencionismo y liberalismo
Este es ligerito, para ir haciendo boca.
El sistema económico en seis minutos
(debéis verlo)
Ojalá le hubieran contado esto a Zapatero en esa clase de «economía en cuatro tardes» que le dieron. Así podría llamarse «socialista» sin que se le escapase la risa floja.
A pesar de ser un fragmento de una peli española (Concursante), es realmente bueno, tanto por lo que dice, como por la forma con la lo dice («No hay problema, ¿hay problema? ¡No hay problema! ¿Cuál es el problema?», «El banco fue inventado para facilitar las cosas, no para complicarlas»). Si tenéis tiempo, os recomiendo además la crítica y la selección de vídeos de esta película que hace SuperSantiEgo.
Y, como no podía ser menos, llegué a este vídeo de mano del Camarada. Como podéis ver en los comentarios de esa entrada, yo hubiera cambiado una parte del vídeo: no es que el banco se quede con las cosas de los diez, y todos se acaben arruinando. Es que nos vamos desplumando los unos a los otros: los que tienen poco cada vez tienen menos, y los que tienen más, se regodean en su opulencia.
The Job
Un corto con una visión «alternativa» de la realidad. O esa es al menos una de las interpretaciones que proponen en El Blog Salmón.
La crisis de las hipotecas subprime
Vamos alternando: uno normal, uno cojonudo, uno bueno, otro superior. Gracias al Teleoperador llegamos a este vídeo del Channel Four británico: una explicación, en ocho minutos, de la crisis de las dichosas «hipotecas subprime» en Estados Unidos.
Si queréis saber más al respecto, y tenéis algo de tiempo, os recomiendo que también os leáis este artículo de un profesor del IESE, en el que explica, de una forma clara y asequible, qué carajo es eso de las subprime. De todas formas, ya veréis que dice lo mismo que en el vídeo, palabra por palabra.
Banda sonora: Consumo gusto, Ska-P
¿Qué estoy haciendo mal?
Vale, estoy harta de andarme por las ramas. Soy una chica de 25 años guapa (espectacularmente guapa), elocuente y con clase. No soy de Nueva York. Estoy buscando un marido que gane al menos medio millón (de dólares) al año. Sé como suena, pero tened en cuenta que un millón al año es clase media en Nueva York, así que no creo que me esté pasando.
¿Hay alguien en este foro que gane 500k o mas? ¿Alguna esposa? ¿Podríais darme trucos? Salí con un hombre de negocios que ganaba de media 200-250k. Pero ahí parece que es hasta donde puedo llegar. Y 250k no me llevarán a Central Park oeste. Conozco a una mujer en mi clase de yoga que está casada con un banquero de inversiones y vive en Tribeca, y no es tan guapa como yo, ni es un genio. Entonces, ¿qué es lo que hace bien? ¿Cómo consigo ponerme a su nivel? Estas son mis preguntas:
- ¿Por dónde se encuentran los hombres ricos solteros? Dadme los bares, restaurantes y gimnasios concretos.
- ¿Qué buscáis en una pareja? Sed honestos, chicos, no me hagáis sentir mal.
- ¿Hay algún rango de edad al que debería apuntar? (tengo 25).
- ¿Por qué algunas de las mujeres que viven lujosamente en la zona este son tan poco atractivas? He visto algunas que no tienen nada que ofrecer casadas con tíos increiblemente ricos. He visto cómo pasaban de chicas increíbles en bares de solteros en la villa este. ¿Qué historia hay detrás de esto?
- ¿A qué trabajos deberé apuntar? Ya sabéis: abogados, banqueros de inversiones, médicos… ¿Cuánto ganan de verdad estos tíos? ¿Y por dónde salen? ¿Dónde encuentro a los especuladores?
- ¿Cómo os decidís entre matrimonio o sólo noviazgo? Estoy buscando SÓLO MARIDO.
Por favor, ahorraos los insultos. Estoy siendo sincera. La mayoría de las mujeres guapas son superficiales, yo al menos doy la cara. No estaría buscando esta clase de tíos si no estuviera a su altura, en apariencia, cultura, sofisticación y mantener un bonito hogar.
Canela fina, ¿que no? Pues aquí tenéis una respuesta que le llegó a la niña:
Querida Pers-431649184:
He leído tu mensaje con gran interés y he pensado en tu dilema. Te ofrezco el siguiente análisis. En primer lugar, no estoy malgastando tu tiempo, ya que cumplo tus requisitos, que es ganar más de $500k al año. Dicho esto, así es como lo veo: tu oferta, desde el punto de vista de un tío como yo, es simple y llanamente un mal negocio.
Veamos por qué. Obviando todo lo superfluo, lo que sugieres es un simple intercambio: tú traes tu apariencia a la fiesta y yo llevo mi dinero. Bien, es sencillo. Pero aquí está el problema: tu belleza se irá y mi dinero probablemente seguirá ahí. De hecho, es bastante probable que mis rentas aumenten, ¡pero también hay una certeza absoluta de que no te volverás más guapa! Así que, en términos económicos, eres un activo que se deprecia y yo soy un activo que se aprecia. Pero no sólo eres un activo a la baja, ¡sino que tu depreciación se acelera! Deja que te lo explique: ahora tienes 25 y seguramente sigas estando buena durante los próximos 5 años, pero cada año lo estarás menos. Entonces el descenso empezara a ser serio. A los 35, te puedes clavar un tenedor. Entonces, en términos de Wall Street, te podríamos denominar «una acción para intercambiar», no una para comprar y mantener, así que el problema es el matrimonio. No es un buen negocio «comprarte» (que es lo que estás pidiendo), así que prefiero alquilarte.
En caso de que creas que estoy siendo cruel, te diría lo siguiente: si mi dinero se va, tú también lo harías, así que cuando tu belleza se vaya, necesito una salida. Es así de simple. De esta manera, lo que tiene sentido es salir contigo, no casarse contigo.
Aparte de esto, al principio de mi carrera me enseñaron sobre los mercados eficientes. Así que me pregunto por qué una chica «elocuente, con clase y espectacularmente guapa» como tú ha sido incapaz de encontrar a su viejo rico. Me resulta difícil de creer, si eres tan guapa como dices, que los 500k dólares no te hayan encontrado, al menos para probar. Por otro lado, siempre puedes encontrar una manera de ganar tu propio dinero y no estaríamos teniendo esta conversación tan compleja.
Dicho todo esto, debo decirte que lo estás haciendo bien. El clásico «pump and dump» (timo bursátil). Espero que esto te ayude, y si te apuntas a algún tipo de arrendamiento, házmelo saber.