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Dogma y ciencia son antónimos
No enseñamos ciencia desde la experiencia. La enseñamos desde un libro, justo como la religión. No me extraña que estemos perdiendo.
Gran frase que vi en Microsiervos, y de la que me he acordado a raíz de esta entrada de Shora, con perlas como:
Se enseñan los conocimientos de medicina que se obtienen de la ciencia, sin explicar cómo se han obtenido de ella. […] ¿Qué diferencia habrá cuando al médico en formación o ya formado le coman la oreja? Ninguna, el sistema de enseñanza es exactamente idéntico. Una enseñanza extensa de hechos sin ninguna visión crítica de dónde vienen. ¿Cómo no va a haber gente que no sea capaz de encontrar diferencias, que no sean capaces de ver que el origen del conocimiento científico es sólido por un lado y el homeopático tambaleante por otro, aún entre los médicos? Toda ciencia no convenientemente explicada se percibe como magia. Y cuando se ha visionado la ciencia como magia durante mucho tiempo, es muy difícil que esa persona se dé cuenta cuando alguien viene a contarle el magia potagia.
Porque, esa es otra: ya lo dijo Arthur C. Clarke:
Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia
Sustitúyase «suficientemente avanzada» por «insuficientemente comprendida», y la frase es igual de válida.
Lleno y, no obstante, tan vacío
Big Brother isn’t watching. He’s singing and dancing. He’s pulling rabbits out of a hat. Big Brother’s busy holding your attention every moment you’re awake. He’s making sure you’re always distracted. He’s making sure you’re fully absorbed. […]
With the world always filling you, no one has to worry about what’s in your mind. With everyone’s imagination atrophied, no one will ever be a threat to the world. […]
There are worse things than finding your wife and child dead. You can watch the world do it. You can watch your wife get old and bored. You can watch your kids discover everything in the world you’ve tried to save them from. Drugs, divorce, conformity, disease. All the nice clean books, music, television. Distraction.
El Gran Hermano no está mirando. Está cantando y bailando. Está sacando conejos de una chistera. El Gran Hermano está ocupado manteniendo tu atención cada momento que estás despierto. Se está asegurando de que estás siempre distraído. Se está asegurando de que estás completamente absorto. […]
Con el mundo llenándote siempre, nadie se tiene que preocupar de qué hay en tu mente. Con la imaginación de todos atrofiada, nadie será jamás una amenaza al mundo. […]
Hay cosas peores que encontrar muertos a tu mujer y tu hijo. Puedes ver al mundo hacerlo. Puedes ver a tu mujer envejecer y aburrirse. Puedes ver a tus hijos descubrir todas las cosas del mundo de las que intentaste apartarlos. Drogas, divorcio, conformidad, enfermedad. Todos los libros, música, televisión amables y limpios. Distracción.
Chuck Palahniuk, Lullaby.
Lo cual, dicho sea de paso, me ha recordado a Ray Bradbury prologando Fahrenheit 451.
Troncalidad en el MIR
Ayer tuvimos una reunión en Madrid, auspiciada por una academia de preparación al MIR, para informarnos de los cambios de las próximas convocatorias: en concreto, de la famosa «troncalidad». Y, aunque el texto aún puede sufrir alteraciones menores hasta su publicación (se espera que salga antes de un mes, vía Real Decreto), su aprobación significará una patada en el estómago a la formación de los Médicos Internos Residentes en España.
Para los de fuera del gremio, resumo la situación actual, la misma que durante los últimos treinta y dos años: uno hace el examen MIR (250 preguntas tipo test) y, con la nota que obtiene y su expediente, puede elegir una plaza de formación en una especialidad y hospital determinados, plaza que mantiene hasta que acaba su enseñanza (cuatro o cinco años). Fácil, bonito y para toda la familia.
Ahora se sacan de la manga la «troncalidad»: ¿qué repercusiones va a tener semejante idea de bombero? Démosle vueltas a lo que se expone en este borrador. Con la modificación no se elegirá especialidad y centro sino una UDT (Unidad Docente Troncal), cada una de las cuales podrá comprender uno o varios hospitales e incluirá distintas especialidades. Existirán cuatro itinerarios troncales: médico, quirúrgico, laboratorio y diagnóstico por imagen (excepto algunas especialidades que se quedan fuera de la troncalidad, y que de momento son: pediatría, oftalmología, anatomía patológica y psiquiatría). Los dos primeros años de formación (R1 y R2) serán comunes para cada tronco, con rotaciones por los distintos servicios que lo integran, adquiriendo formación en competencias generales. O, en otras palabras, los dos primeros años de residencia pasarán a ser séptimo y octavo de Medicina.
Al cabo de estos dos años se hará otro examen, como un segundo MIR, con una temática propia del tronco (denominado prueba troncal o PT). Y, con la nota de este segundo examen, la evaluación de los dos años y la nota del MIR original, podremos elegir la especialidad. Pero, atención: no cualquier especialidad. Sólo entre aquellas ofertadas por esa UDT.
¿Qué repercusiones prácticas tiene todo esto?
- En primer lugar, y más importante, supondrá un descenso de la calidad de la formación y la asistencia, pues se reduce en dos años el período efectivo de especialización (de cuatro a dos o de cinco a tres); ante esta vicisitud, algunas sociedades especulan con alargar el periodo de residencia, mientras que ciertas unidades docentes han valorado directamente rechazar la docencia. ¿Tú te dejarías anestesiar por alguien que lo ha practicado sólo durante dos años?
- No habrá residentes de primer o segundo año propios de cada servicio: las guardias específicas del servicio se repartirán entre la mitad de personal, que además carecerá de experiencia (el R3 de cardio estaría realmente en su primer año de formación como cardiólogo).
- En lo académico, el residente no sabe la especialidad que podrá cursar hasta pasados dos años de formación, que serán a fondo perdido si finalmente no consigue la especialidad deseada: o te jodes y haces reumatología, o vuelves a empezar (¿alguien dijo «estabilidad laboral»?). Es más: el residente ni siquiera sabe si su unidad docente troncal (UDT) seguirá ofreciendo esa especialidad para cuando él finalice su período de troncalidad, pues puede haber sido desacreditada entre tanto. O sea: me voy a Jaén con la esperanza de hacer vascular… y después de dos años de guardias resulta que ya no puedo porque la han quitado.
- Asimismo, la nota del MIR será computada por duplicado, aumentando el porcentaje de médicos que se vuelven a presentar sólo para mejorar la calificación. En el mismo sentido, enrarecerá el ambiente de trabajo, pues los compañeros de los dos primeros años serán competidores directos para las (o la) plaza deseada en la PT.
- El hecho de haber especialidades fuera de la troncalidad conducirá a una fuga hacia estas: si alguien duda entre una especialidad con troncalidad y otra sin (por ejemplo ORL vs. oftalmología), es lógico que quiera asegurarse la especialidad desde un primer momento.
- En el borrador no se define qué sucederá con los centros privados: ¿no estarán sometidos a UDT, formarán UDTs independientes, quedarán adscritos a una UDT pública, sus plazas serán de acceso libre?
- No obstante, no todo son inconvenientes: hay una gran ventaja. Económica. Se aumenta enormemente (más del doble) el personal disponible para la realización de suplencias o guardias, que dejarían de ser realizadas por adjuntos para pasar a serlo por R1 y R2 (con salarios más bajos). Y además, las academias (privadas) también verían aumentados sus ingresos al tener que preparar a médicos para el MIR y la PT.
¿Qué hacer?
Estas medidas se implantarían en la convocatoria MIR de 2012: afectan directamente a los estudiantes que actualmente están en quinto de carrera, pero también salpica a todos los residentes que se verán enmarronados dentro de tres años con una carga de trabajo ingente, y a los servicios que van a tener que funcionar con la mitad de personal. Por eso os pido que, aunque haya que esperar a su publicación definitiva en el BOE, de momento corráis la voz para que la gente esté alerta con este tema porque, si no se le mete tijeretazo a ese texto, tendremos que tomar las medidas oportunas.
¿A dónde pretenden llegar con todo esto?
Vamos a los comentarios, donde ya ha salido el tema. Porque, al igual que otros, yo tampoco creo que el objetivo sea aprobar el texto tal y como está ahora…
EDIT: Más información en Troncalidad: así no
La diferencia entre el colegio y la vida
The difference between school and life? In school, you’re taught a lesson and then given a test. In life, you’re given a test that teaches you a lesson.
¿La diferencia entre el colegio y la vida? En el colegio, te enseñan una lección y entonces te hacen una prueba. En la vida, pasas una prueba que te enseña una lección.
Es tan sencillo
La educación hoy en día está bajo mínimos. En esta situación, frases como la de Juanki cobran todo su sentido:
Pero nosotros podemos, somos pacientes y sabemos leer. Tenemos el poder.
«But we can: we’re patient and we can read. We have the power.»
Sistema educativo médicos (2/2)
Habíamos dejado a Ana con su carrera recién terminada. Dijimos que, a efectos prácticos, no podía trabajar sólo con una carrera de Medicina, sino que necesitaba una especialidad. ¿Y cómo la consigue? Pues veamos…
El infierno del MIR
Ana había terminado la carrera en mayo. Ahora tiene que hacer una especialidad. Pero claro, eso no es tan sencillo como llegar a un hospital y pedir que te admitan. En España, las especialidades siguen el sistema MIR (Médico Interno Residente): el Ministerio de Sanidad convoca un examen-oposición al que tú concurres con otros diez mil licenciados en Medicina, y obtienes una nota. Después, en base a esa nota, puedes elegir entre las plazas de especialidades ofertadas por los distintos hospitales. Obviamente, el nº1 elige lo que quiere, donde quiere. Al nº 6000 sólo le queda Bioquímica Clínica o Medicina de Familia.
Vamos a detallar un poco más: ese número de orden no se obtiene sólo del examen, sino que el expediente académico computa un 25%, y el otro 75% es la nota del examen. Que, por cierto, estamos hablando de un examen de 250 preguntas tipo test, recogiendo el temario de toda la carrera, y a responder en menos de cinco horas. Del tirón. Con eso te juegas la especialidad.
Acojona, ¿que no? Ana lo sabe, y por eso es consciente de que tendrá que estudiar mucho. Así que, en cuanto llega junio, se apunta a una academia para preparar el examen MIR. En España hay dos: MIR Asturias (Oviedo), con clases presenciales diarias de tres horas (y otras ocho de estudio personal), y CTO, con sedes en varias ciudades españolas, en la que el estudio es personal y sólo hay un día de clase (ocho horas) a la semana.
Ana se lo piensa, y decide que ella prefiere el estudio en su casa: se queda en CTO. Primera vuelta de estudio: ¿¿una asignatura en tres días?? ¡Si me tiré un semestre para prepararla! Además, cualquier parecido con lo de la carrera es pura coincidencia. Los ánimos flaquean: ¿qué coño he hecho yo estos seis años? ¡Si esto no lo dimos! ¿No me digas que me pueden preguntar el porcentaje de incidencia del cáncer gástrico en Asia oriental? Pues sí, hija, sí… Y date vida, que estás en octubre, y el examen es en enero.
Primera vuelta de estudio, exámenes-simulacro, segunda vuelta… Esto es una carrera de resistencia, en la que ganan los que más aguante tengan y mejor se preparen el examen. Que, en principio, serán los mejores médicos… pero tampoco tiene por qué.
Llega enero. Exámenes en todas las Facultades de Medicina de España. Mismo día, a la misma hora. Silencio en la sala. Se desprecintan las cajas, se reparten los exámenes. Suerte.
Pasan cuatro horas y media, y Ana sale del examen completamente desorientada, alienada. Se acabó, alea iacta est. ¿Para esto los seis años de carrera? ¿Para esto seis meses de estudio, doce horas al día, seis días a la semana? Ahora, a esperar las notas. Entre tanto, unas vacaciones: las últimas que se podrá tomar Ana.
Elección de plazas
Un mes más tarde salen las notas: ¡¡un doscientos treinta!! Joder, ¡Ana ha petado el examen! Eso significa que podrá elegir cualquier especialidad, y casi en cualquier centro. Está loca de contenta. La próxima cita, en el Ministerio de Sanidad, en marzo, para elegir la plaza. Esto, mejor que contárloslo, lo veis aquí.
Como a Ana siempre le han gustado los niños (al contrario que a mí), y además se había echado un novio maño durante la carrera, elige el hospital Miguel Servet de Zaragoza, con un buen servicio de Pediatría. Toma posesión de su plaza en mayo: aún tiene un par de meses por delante para preparar todos los detalles de su mudanza.
Especialidad
Ana ya se ha pasado por el hospital a saludar, ha conseguido un piso y ha traído todas sus cosas a la que será su casa estos cuatro años. ¿Cuatro? Sí, porque es Pediatría. Si hablásemos de Cardiología, o Intensivos, o Interna, serían cinco años. Pero Pediatría, como Anestesia o Dermatología, dura cuatro. Durante este tiempo, Ana será residente. En otras palabras: «trabajadora-estudiante con un contrato de prácticas». Durante los cuatro años de especialidad, Ana se dedicará a trabajar como un pediatra más mientras va aprendiendo el trabajo.
Eso significa que pasará consulta, hará guardia en puerta de urgencias, rotará una temporada por oncología pediátrica, otra por cardio, UCI pediátrica, neuro, y todas las demás unidades pediátricas que tiene el Servet. Hará más cosas que un médico «veterano», con el fin de que pueda aprender lo máximo posible. Y, como el conocimiento no viene por ciencia infusa, Ana también tendrá que estudiar; las más de las noches dormirá pensando en Nelson. Además, su tutor, que es el responsable de su formación, quiere que sea una buena médico. Y para eso no basta con estudiar: también hace falta estar actualizado e investigar. Y publicar. ¡Qué sería de la residencia sin la presión de las ponencias y los plazos de entrega de los artículos!
Todo esto, no nos olvidemos, mientras está viviendo fuera de casa de sus padres: tiene que lavarse ella misma la ropa, hacerse la comida (cuando puede ir a comer a casa) e incluso quedar con su novio cuando las guardias se lo permiten. Entre cuatro y seis veces al mes, Ana entra a currar a las nueve de la mañana y sale pasadas las doce del mediodía siguiente: entretanto, ella es la responsable de todas las urgencias que lleguen al hospital y las que ocurran dentro de él. Se considera afortunada si esa noche consigue dormir cinco horas seguidas. Y cobra menos de 18€ por cada hora de estas.
¿Y después?
Primero fue R-1, residente de primer año. Después, «erredos», enseñando a las novatas. Al año siguiente, R-3, creyendo que lo sabía todo. Y ahora Ana está acabando su cuarto año: en unos meses le darán un título de «Especialista en Pediatría», para que pueda trabajar curando niños en cualquier hospital o consulta donde haya trabajo para ella. En cualquier sitio… pero no en el Servet. Porque, una vez acabas la especialidad, estás en la puta calle. No es raro que te contraten en el mismo sitio donde te has formado, especialmente si es un centro grande, pero no tienen por qué. Así que llevas estudiando diez años largos (once, si contamos el de preparación del MIR) para encontrarte con una carrera superior, una especialidad, incluso un doctorado en algunos casos… y de patitas en la calle.
Mucho ánimo, Ana. Todo sea por tus pacientes.
Sistema educativo médicos (1/2)
Me tienes que explicar cómo funciona todo eso: residentes, estudiantes, etc. Coméntame cómo se organiza todo eso porque no me aclaro.
Pues bien, vamos a intentarlo… Empecemos por el principio de los tiempos. Érase una vez un estudiante de Bachillerato de Ciencias de la Vida y Salud (o de COU, si el estudiante es más talludito), que, desde pequeño, había sentido la llamada de la vocación. Los síntomas más precoces de esta enfermedad incluían, entre otros, tragarse todos los episodios de «Érase una vez la vida» y conocer los principios activos de los medicamentos. También podían presentar parafilias y desviaciones varias; en mi caso, la más grave fue leerme un manual sobre reanimación cardiopulmonar avanzada cuando tenía… nueve años.
Pero bueno, volvamos al estudiante. Esta chavala (lo pongo en femenino porque son mayoría) terminaba su bachiller y hacía la temida Selectividad, obteniendo unos resultados envidiados por la inmensa mayoría de sus compañeros. No era para menos, pues para poder realizar su sueño dorado necesitaba una media superior al notable (entre 8 y 8,5, según las facultades). No obstante, siempre quedaba la opción de llamar a la puerta de una de las dos universidades privadas que hay en España. Como podéis imaginar, hay razon€$ contundentes por las que la gente suele descartar esta posibilidad.
Tras esto, ya nos han admitido en una facultad de Medicina. Eso significa que, hasta tener un título de «Licenciado en Medicina», transcurrirán seis años. Después, quien quiera hacer una especialidad (que, por vicisitudes legales, es todo el mundo), tendrá seis meses para preparar un examen-oposición y concursar a una de las plazas de formación ofertadas por el Ministerio: los famosos MIR, tras lo que le esperan otros cuatro (o cinco) años de compaginar estudio y trabajo, hasta obtener el título de especialista.
Pero mejor vayamos poco a poco. Estábamos con la chavala que reventaba el examen de Selectividad y era admitida en Medicina…
Nuestra chica tiene por delante seis años de estudio. En la mayoría de facultades españolas, estos seis años se dividen en dos ciclos:
- El primer ciclo, teórico, de 1º a 3º, de contenido teórico general.
- Y el segundo ciclo, clínico, de 4º a 6º, de contenido teórico específico y práctico.
Esta es la regla general en casi todas las universidades estatales. No obstante, hay algunas excepciones; por ejemplo, desde hace varios años la Universidad de Castilla-La Mancha inicia las prácticas clínicas desde 1º de carrera.
Eso significa que la chica (llamémosla Ana) empezará estudiando materias generales, que le servirán para conocer las bases de la Medicina. Me refiero a cosas como Anatomía o Fisiología, pero también Bioquímica, Histología o Bioestadística. Ya en 3º le darán una visión general sobre las enfermedades y su diagnóstico (Patología General, Radiología), así como su curación (Farmacología General, Cirugía).
Obviamente, los tres primeros años no son sólo de teoría. Ana también habrá hecho prácticas relacionadas con las asignaturas. Unas más útiles, como saber tomar la tensión y leer un electro, y otras completamente superfluas, como hacer e interpretar una PCR.
Después de estos tres años, Ana asistirá a la Diplomatura de muchos de sus compañeros de clase, mientras a ella le quedan otros tantos años de estudio. Pero, como es vocacional, no le importa y sigue adelante. En septiembre empieza el segundo ciclo, el clínico. Eso significa que alternará clases teóricas de las distintas especialidades (cardiología, urología, pediatría…) con pasantías por varios servicios. Las clases teóricas son más o menos comunes en todas las Facultades españolas. Sin embargo, las organización de las pasantías difiere entre Universidades; en algunas sólo se pasa por dos servicios cada curso, totalizando tres meses de clínica, mientras que en otras las pasantías son continuas, dos semanas por servicio durante todo el año lectivo.
Ya, bueno, pero ¿qué es una pasantía? Las pasantías consisten en «trabajar» en un servicio de un hospital: te puede tocar uno interesante, como Cardiología, o un coñazo, como Farmacología. Cuando estás ahí, tú te las apañas para aprender más o menos. Los hay que se sientan en una esquina y esperan que alguien les diga qué tienen que ver. Esos son los que luego se quejarán porque no han aprendido nada. Y luego hay otros que se preocupan, y tocan las narices a los médicos para que les expliquen un caso o les dejen hacer cosas: desde ponerte unos guantes (todo requiere su técnica) hasta intubar a un paciente. Si te preocupas un poco, te mueves y llevas los ojos bien abiertos, puedes aprender muchas cosas.
Pero bueno, volvamos al tema. Decíamos que Ana estaba en el ciclo clínico. 4º, 5º, y cuando acaba los exámenes de junio de 6º… ¡¡ya es médico!! Ahora, en un mundo ideal, Ana podría ejercer la Medicina, previa colegiación («registrándose» en un Colegio de Médicos). Sin embargo, gracias a un doble mortal con tirabuzón legal (también conocido como «6=0»), Ana no puede ejercer en la sanidad pública. Ni siquiera como médico de familia.
Perfecto. Tenemos a una chiquita de 24 tacos, de los que ha pasado seis estudiando, y que no puede trabajar «de lo suyo». Como mucho, puede currar como médico general en el sector privado: atendiendo urgencias o haciendo reconocimientos médicos en una mutua, pero poco más. Tanto si quiere un trabajo «serio», como si quiere estar en la sanidad pública, debe tener una especialidad. ¿Y esto cómo funciona? Bueno… eso mejor lo dejamos para la siguiente entrada.
Hasta aquí, ¿alguna duda?
Una gran verdad
Termino de verlo, y se me hincha la vena. Me intento tranquilizar, «piensa que eso es en Estados Unidos, que allí son más soplapollas que aquí…». Lo peor es que he comprobado que hay mucha gente, aquí, que comparte el punto de vista de esos estudiantes. Bueno. Yo no sé hacer vídeos tan elegantes, pero sé aporrear las teclas del ordenador. Así que también voy a dar mi opinión.
Leo el 49% de las lecturas que me mandan / sólo el 26% son relevantes para mi vida -> Pobrecita. Si es que tiene toda la razón: ¿para qué quiero yo leerme un aburrido texto sobre el síndrome de Wegener, que es rarísimo y que además no me va a ayudar a rebajar la hipoteca del piso? Pues, sencillamente, porque la hipoteca del piso es un problema de la vida real: responsabilidad, «cosas de mayores», michica. Y en la Universidad no te ponen el baberico para recoger lo que se te cae: en la Universidad te enseñan tu profesión. A los ingenieros, a saber qué dijo Fourier. A los médicos, a saber qué es un IECA. Y, claro, obviamente eso no es «relevante para la vida». Nos ha jodido…
Compro libros de texto de cientos de dólares que nunca abro -> ¿Y tú no sabes que existen las bibliotecas? Si te lo quieres comprar (yo lo hago: soy un fetichista literario), antes le echas un vistazo, lo trasteas un poco para asegurarte. Claro, ahora entiendo por qué al pobre chaval no le llega para la hipoteca, ¡es que se lo pule todo en libros!
Mi vecino pagó la clase pero nunca viene -> ¿Y?
Leeré 8 libros este año … 1281 perfiles de Facebook -> Ehm… esto explica bastantes cosas…
Duermo 7 horas cada noche … Paso 1h30 viendo la tele … Paso 2h en mi móvil … Eso hace un total de 26,5h/día -> Sí, definitivamente tienen que ser de letras. Porque, si supiesen matemáticas, se darían cuenta de que en esa ecuación sobra la tele y bastante del móvil (¿2 horas? joder…). Y eso que estoy dando por supuesto de que las 3h30 en internet son por motivos consistentes, aunque a la vista de lo de Facebook, lo dudo bastante.
Soy multitarea… (tengo que serlo) -> Pobrecita chica, cuánto estrés le supone oír música mientras navega por internet… Y eso que no es varón, que nosotros sólo podemos atender a una cosa a la vez.
Deberé US$20,000 tras mi graduación -> Mira, en esta le doy la razón. Tengo amigos que han estudiado en universidades privadas, y… ¡auch!
Soy una de las «suertudas» -> Vale, aquí también le doy la razón. Y también en todos los datos de la gente que hay en el mundo que no tiene ni qué llevarse a la boca. Y entonces me pregunto: ¿de qué coño se quejan estos niñatos?
En resumidas cuentas, después de ver el vídeo me quedo con la sensación de que esos hijos del tío Sam tienen una imagen de sí mismos del tipo «ay, pobrecitos nosotros». Y alguien que, ¡como ellos mismos admiten!, tiene la suerte de estudiar en la Universidad (aunque se la sude y no vaya a clase), disponer de cultura gratis (¿biblioteca? ¡total, para ocho libros al año!), poder acceder a Internet (aunque prefiera ver en el Tuenti fotos de sus borracheras); que alguien con todas esas posibilidades se queje por poder hacerlo… me acaba de recordar esta frase.
Terminando con la cultura
You don’t have to burn books, do you, if the world starts to fill up with nonreaders, nonlearners, nonknowers?
Me hierve la sangre (actualizando y ampliando)
Vale: me la metieron por toda la escuadra y hasta el fondo. Vengo a contaros cómo terminó la historia de las ECM. Y es que, para mi alegría y en contra de lo que yo esperaba, la profesora sí sabía qué significaban las siglas de marras. Ya os imaginaréis entonces qué es lo que realmente perseguía el docente. Pasamos de la ira, al desaliento. De la ira por un profesor incompetente… al desaliento por la desidia de los estudiantes.
Os recomiendo que leáis este post de Warthog. Expresa perfectamente lo que pensé cuando mi hermano me contó lo que sucedió en clase. Imaginaos la situación, con la profesora corrigiendo el ejercicio, y los alumnos explicando con aplomo qué era una entidad centriolar y cuándo se podían sufrir. A nadie (excepto a mi hermano… modestia aparte) le chirrió el tema. Nadie pidió ayuda a sus padres (muchos de los cuales son médicos). Ninguno miró en internet, ni siquiera en la Wikipedia. ¿Para qué? El profesor ha dicho que esto es blanco, ergo esto es blanco. Y punto pelota.
¿Sentido crítico? ¿Capacidad de discernimiento? ¿¿Razón?? Eso son cosas que se quedaron en el pasado, hombre. Como el trabajo, mérito y esfuerzo (y mira que me jode citar al gallego). Mira que este blog lleva poco tiempo andando, y ya hasta me puedo citar en este tema. Los estudiantes ya no se esfuerzan por sacar mejores notas: lo hacen por ser el que menos asignaturas penque. Y si me voy con cinco a septiembre, mis padres me compran una moto, y los profesores me aprueban (o el Gobierno me pasa de curso). Para que no me frustre. Angelico. Las chicas compiten a ver cuál es más zorra, y los chicos a ver cuál se fuma el porro más gordo. Y no, no está otra vez el abuelo cebolleta con las historias de la guerra. Estoy lo suficientemente cerca de esa generación como para tener la certeza de que esto que digo, como lo que dice Warthog, es la pura y descorazonadora verdad.
Pero el problema no es que en el colegio no rindan, que ya de por sí es un problema. Podríamos achacárselo, no sé… a la LOGSE, al «sistema» o «la sociedad» (a qué coño se referirá la gente cuando habla «del sistema», ¡como si ellos no formasen parte activa del mismo!). Pero eso sería una preocupación menor si esa juventud tuviese algo de coraje, de empuje.
Por poner un ejemplo tonto: que no les gustase estudiar, pero les apasionase la marquetería. Eso significaría que, aptos o no para el estudio, son capaces de moverse por sí mismos. Lo que caracteriza al ser humano es su capacidad de tomar decisiones sobre su propia vida distintas a los impulsos. Un animal come o se aparea porque sus hormonas se lo indican; ningún animal hace algo «porque sí». Sin embargo, las acciones humanas (que no las del hombre) no responden a una necesidad biológica. De hecho, eso es lo que las caracteriza: una actividad humana es tanto más humana y menos animal, cuanto menos «biológica» o «útil» es (¿acaso la música nos da de comer? ¿acaso la pintura nos protege del enemigo?).
Divago. Volvamos al tema: la dejadez de la juventud. Es desalentador ver cómo a la inmensísima mayoría lo único que le preocupa es el ciegazo que se va a pillar este finde, o con quién se acuesta nosequién de Gran Hermano. No tienen inquietudes, no tienen curiosidad, que es condición sine qua non para el progreso. Y no me estoy refierendo a que se hayan leído la Odisea o les guste Mozart: me refiero a que ninguno es un enfermo de la informática que tenga en casa chococientos manuales de php, a ninguno le pierde la mecánica y te diagnostica una avería con oír el motor, ninguno es capaz de darte una lección sobre música más allá de lo que suena en Cadena 40 Principales. No tienen hobbies, no tienen aficiones, nada les apasiona, todo les da igual.
Lo he visto al recibir clase, lo he visto al darla, y lo veo al trabajar. La actitud de esos estudiantes/currantes se resume en un «dime lo que tengo que hacer, y no me marees». La inmensa mayoría son incapaces de responder a dos preguntas tan elementales como «¿por qué?» y «¿para qué?». Ellos sólo saben que tienen que hacer algo, pero no saben cuál es su finalidad. Son incapaces de cuestionar ningún acto, lo cual es la autovía al estancamiento cultural y el dogmatismo. Vale, ahí me he pasado. Seré más práctico: esa actitud es la de la masa ovina camino del redil, dirigible por cualquiera que se ofrezca a indicarles la ruta.
Esa es, ni más ni menos, la juventud que estamos haciendo. De lo que no nos enteramos, o parece que nos da igual, es que pasado mañana nosotros dependeremos de esa juventud. Así que, aunque sea, por egoísmo.