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Si es antiguo, es bueno
Much of the time, complementary and alternative medicine isn’t complementary, alternative or medicine. Other than that, the name’s right on the money. Clearly, as a society we feel that some ancient traditions are passé. We are far too sophisticated to gargle with goat urine or submit to bloodletting. Yet why do we yearn for other ancient cures and customs born of the same logic, from an era when most people died young from diseases we’ve since licked?
La mayor parte del tiempo, la medicina alternativa y complementaria no es complementaria, alternativa o medicina. Más que eso, el nombre está justo en el dinero. Claramente, como sociedad nos parece que algunas antiguas tradiciones están demodé. Somos demasiado sofisticados para hacer gárgaras con orina de cabra o someternos a sangrías. No obstante, ¿por qué anhelamos otras antiguas curas y costumbres nacidas de la misma lógica, de una era cuando la mayoría de la gente moría joven de enfermedades que hemos machacado desde entonces?
Christopher Wanjek, Bad Medicine: Misconceptions and Misuses Revealed, from Distance Healing to Vitamin O.
Y, al hilo de esto, un poco de lectura complementaria por cortesía de Sophie: Las falacias más repetidas al hablar de Medicina y pseudomedicina, y Las falacias de la homeopatía. Que vuesas mercedes lo disfruten.
Homeopatía, congresistas y desaciertos
¿Qué cara pondríais si os dijera que, a partir de ahora, hará falta receta médica para peregrinar a Lourdes? Pues una parecida se me ha quedado cuando he leído este titular:
El Congreso acuerda que la homeopatía sea realizada solo por licenciados en Medicina y Cirugía
Acojonante (y no me refiero a la falta de ortografía): o sea que, de ahora en adelante, habrá que ser licenciado en chorradas para recetar agua azucarada. Ya me parece una gran temeridad dar credibilidad a algo en ausencia de pruebas, sea la homeopatía, los unicornios rosas o los milagros de Fátima, pero encomendar mi salud a un tratamiento sin fundamento no es temerario sino, directamente, estúpido.
Destripemos la noticia por partes: primero, una cita literal que me ha dado especial penita y dolor: «[se emplean medicamentos homeopáticos] no sólo para tratar a enfermos leves, sino patologías muy graves». Respondo con un toque de humor:
OK, so you kill the odd patient with cancer or heart disease, or bronchitis, flu, chicken pox or measles, but when someone comes in with a vague sense of unease, or a touch of the nerves, or even just more money than sense, you’ll be there for them with a bottle of basically just water in one hand and a huge invoice in the other.
Aparte del hecho de los beneficios económicos, que ya se discutió en esta casa, siempre me ha hecho gracia que la homeopatía se emplee en ámbitos extremadamente subjetivos, donde es difícil comprobar su efecto: dolor, ansiedad, cansancio… Que yo sepa, todavía no hay ningún producto homeopático que diga poder curar una infección o corregir una alteración analítica: ¿será porque esos son datos objetivos y mensurables, y la homeopatía quedaría en pelotas? ¿O será simplemente porque, a fecha de hoy, la homeopatía simplemente no ha demostrado su efectividad? Por favor, ¡si hasta la OMS advierte que, cuando se trata de cosas serias, no sirve ni para tomar por saco!
Pero es más, la noticia sigue con esta parrafada que me ha soltado la risa floja:
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la homeopatía una medicina tradicional desde 2003. La OMS apoya el uso de las medicinas tradicionales si demuestran su utilidad para el paciente y representan un riesgo mínimo. En países como Alemania, Reino Unido y Francia la homeopatía se ejerce incluso dentro del sistema sanitario público.
Bien: el periodista es capaz de articular tres oraciones coherentes y, no obstante, carentes de relación entre sí y que no significan que la homeopatía funcione. Leemos qué opina la OMS sobre las medicinas tradicionales, y vemos que se centran en los remedios herbarios, sobre los cuales persiguen «asegurar el uso de productos y prácticas seguros, efectivos y de calidad, basados en las pruebas disponibles». En este otro documento son más explícitos y acotan:
With respect to multigenerational use of homeopathic medicines, it is recognised that homeopathic medicine represents a special case where the manufacturing process of serial dilution is a major component of the tradition of use of the therapy. […] claims may be assessed on an “evidence of traditional use” basis. Evidence of traditional use includes independent written histories of use in traditional or contemporary homeopathic literature, multigenerational use, homeopathic proving, records of clinical use and records of the set of symptoms provoked by a “crude” substance.
Negro sobre blanco: el único argumento que reconoce la OMS a favor de la homeopatía es que «antes ya se usaba». Bueno, sin salir de España te pueden recomendar que te frotes el rabo de un gato para curar un orzuelo pero, una vez más, eso no significa que vaya a funcionar.
Permitidme aquí un pequeño paréntesis. El problema de base de la homeopatía es que su planteamiento de diluciones seriadas no cumple uno de los criterios básicos de causalidad, que es el de plausibilidad biológica: con los conocimientos de química y física actuales, la homeopatía no puede funcionar (¡si se pasa por el forro el número de Avogadro!). Pero, por si acaso estuviésemos confundidos, tenemos una red de seguridad: los ensayos comparativos con placebo. Igual hemos pasado algo por alto y realmente sí que funciona: comparémosla con cápsulas de lactosa, y veamos qué hace. ¿Lo adivináis? ¡Nada!
Respecto al hecho de que la homeopatía se ejerza en el sistema sanitario público, lamentablemente no conozco cómo está el tema en los tres países citados. Sí sé, por el contrario, que en Suiza la KVG la financiaba hasta que un estudio de la Universidad de Berna evidenció que no había pruebas que la respaldasen.
Y es que ese es el talón de Aquiles de la homeopatía: los estudios de eficacia comparada. Todo fármaco que va a salir al mercado no se aprueba si no demuestra su superioridad, al menos, contra placebo; empero, se duda de la ética y la utilidad de los estudios versus placebo, defendiendo en su lugar la comparación con la alternativa terapéutica más eficaz. Farmacéuticas, gobiernos y médicos gastan tiempo y dinero para asegurarse de que proporcionan a sus pacientes el mejor tratamiento disponible. Y la homeopatía pasa por encima de todo esto con perlas como que «los estudios normales no aprecian la homeopatía en toda su amplitud»:
The authors’ experience of conducting clinical trials in homeopathy and analysing data from these has drawn attention to a fundamental problem (…). For clinical trials of homeopathy to be accurate representations of practice, we need modified designs that take into account the complexity of the homeopathic intervention.
En otras palabras: la homeopatía no funciona por sí misma, sólo si el homeopatólogo tiene labia. Me pregunto entonces, con lo subiditos que son los cardiólogos y los cirujanos, cómo es posible que los cateterismos o las apendicectomías sirvan para algo…
En fin, señoras y caballeros, veremos en qué termina esa proposición no de Ley. Entre tanto, si aún no lo habéis hecho, os recomiendo leer «»Pues a mí me funciona» y otras falacias en torno a la homeopatía», un gran texto escrito por Esther Samper que desmonta los principales argumentos a favor de la homeopatía.
Medicinas alternativas y obtención de beneficios: otra diferencia
Uno de los argumentos que emplean los defensores de las medicinas alternativas (las que sean: homeopatía, naturopatía, herbolarios, whatever) es que las empresas farmacéuticas son unas hijas de la gran meretriz, por lo del beneficio económico y tal. Sin embargo, los árboles no les dejan ver el bosque, y es que los «tratamientos alternativos» suponen un mamoneo económico que ya lo quisieran las farmacéuticas normales.
No me refiero a que los productos alternativos no tengan que amortizar unos costes de investigación y desarrollo. Tampoco a que se ahorren los costes de la materia prima (¡poco gastan en reactivos químicos!). No: voy a algo más grave. ¿Qué pensaríais si el médico que os diagnostica una enfermedad os vende él mismo un medicamento que ha preparado en su empresa? ¿No sería eso como dar al zorro las llaves del corral: te diagnostico lo que quiero para que me pagues mi medicina?
Para evitar esto, la legislación separa claramente la prescripción de la dispensación, la indicación de la ganancia económica. Así pues, un médico ni siquiera puede regentar una farmacia o similares: esto se establece, en su espíritu, desde la Ley General de Sanidad de 1985 (artículo 103). Más tarde se legisló específicamente en la Ley del Medicamento (25/1990) y, al ser derogada ésta, se recogió en el artículo tercero de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios (29/2006), que dice, entre otras cosas:
Artículo 3. Garantías de independencia.
1. Sin perjuicio de las incompatibilidades establecidas para el ejercicio de actividades públicas, el ejercicio clínico de la medicina, odontología y de la veterinaria serán incompatibles con cualquier clase de intereses económicos directos derivados de la fabricación, elaboración, distribución y comercialización de los medicamentos y productos sanitarios.
2. Asimismo el ejercicio profesional del farmacéutico en oficina de farmacia o en un servicio de farmacia hospitalaria y demás estructuras asistenciales será incompatible con cualquier clase de intereses económicos directos de los laboratorios farmacéuticos.
3. El ejercicio clínico de la medicina, odontología y de la veterinaria serán incompatibles con el desempeño de actividad profesional o con la titularidad de oficina de farmacia.
Y, sin embargo, los curanderos alternativos que he podido conocer se pasan esto por el forro: ellos te diagnostican, te preparan su pócima de Panorámix y te la venden a precio de orillo. ¡Coño, si alguno hasta tiene su propia empresa!
Lo dicho: desconfiamos de las farmacéuticas porque son unos monstruos desalmados, y nos entregamos en brazos del negociante alternativo que nos diagnostica, trata y cobra sin salir de su consulta. Si esto fuese política, Montesquieu se llevaría las manos a la cabeza…
Alimentación alternativa
Alimentación alternativa vista por La pulga snob |
Y lo peor es que, como linkan en los comentarios de la entrada, hay gente que se lo cree y lo practica…
Por cierto, querido público: aprovecho esta entrada para anunciar que, ¡por fin!, habrá algo en este blog sobre la gripe A; como títulos provisionales, la próxima entrada es «Gripe A: ¿a qué nos enfrentamos?» (etiogenia del virus y relación con la de 1918) y «Gripe A: ¿es peligrosa? ¿Qué podemos hacer?» (morbi-mortalidad, Tamiflu y vacunación). Así pues, y aún a riesgo de meterme en un berenjenal, si tenéis alguna duda/cuestión al respecto, planteadla en los comentarios para que la responda al escribir la entrada.