Entradas de archivo para la etiqueta ‘desfibrilador’ tag
La chispa de la vida
Tu vida es una cuestión de electricidad. Para ser exactos, de unos pocos milivoltios: los que permiten que tu corazón lata ochenta veces por minuto, 115200 veces al día, de manera ininterrumpida (o casi). Ni los mejores servidores web consiguen semejante uptime, y nuestro corazón lo hace gracias a un mecanismo digno del ingeniero más paranoico: marcapasos de backup, vías de conducción redundantes, irrigación por ramas colaterales… Con todo esto se consigue una actividad eléctrica ordenada y regular que se manifiesta en un latido cardiaco: lub-dub, lub-dub.
Pero a veces no es así. A veces falla el aislante del corazón y un impulso se cortocircuita, quizás el corazón se pone a latir tan rápido que es incapaz de bombear sangre, o tiene cualquier otra alteración del ritmo que le impide funcionar normalmente. En cualquier caso, el resultado es que ya no hay una actividad eléctrica ordenada, capaz de contraer al unísono todo el miocardio; más bien al contrario, puede haber un montón de ruido eléctrico, impulsos que se propagan caóticamente.
¿Qué podemos hacer entonces? Resetear el corazón. Dar una descarga que despolarice, «ponga a cero» todas las células, y esperar a que vuelva a salir el marcapasos natural que lleva la voz cantante e indica el ritmo. Un corazón parado que devolvemos a la vida con un chispazo. ¿Y cómo lo hacemos? Con un desfibrilador. Un desfibrilador es un dispositivo que esencialmente se compone de una batería que acumula la electricidad, un condensador capaz de liberarla de golpe, y dos electrodos para aplicarla a través del corazón. Los desfibriladores son aparatos como el de la foto, con su ruedecita para seleccionar cuánta energía queremos que liberen y un botón para hacerlo de manera sincronizada con el ritmo cardiaco (porque a veces sí que hay un ritmo eléctrico, sólo que no es eficaz del todo y tenemos que darle una «colleja» en el momento apropiado para que vuelva a funcionar bien).
Para usarlo, sacamos de sus enganches laterales ambos electrodos y los aplicamos sobre el pecho desnudo del paciente, uno sobre el esternón y otro en el costado izquierdo, generalmente untando algo de pasta conductora para mejorar la conducción. Vemos el ritmo en la pantalla y, si es necesario, pulsamos el botón de «Carga», nos aseguramos de que nadie está tocando al paciente y administramos la descarga: entonces el paciente dará un pequeño salto (la corriente eléctrica hace que los músculos se contraigan, como vemos en todas las películas) y se churruscarán sus pelos del pecho (eso ya no sale en el cine). Y, si todo ha ido bien, su corazón volverá a latir.
También existen, visibles cada vez en más sitios, desfibriladores semiautomáticos (DESA); esencialmente es el mismo dispositivo, pero adaptado para que cualquier persona pueda usarlo: los electrodos son simples pegatinas que indican dónde han de colocarse, y no hace falta un médico que diagnostique la arritmia y seleccione el tratamiento más apropiado, sino que el aparato lleva un ordenador integrado que lo hace automáticamente, guiándonos con instrucciones orales. Atención a este vídeo de ejemplo:
Desgraciadamente, el uso del DESA no está regulado en muchas Comunidades Autónomas (en Madrid no existe normativa, mientras que en Navarra es necesario un cursillo), a pesar de que ha demostrado sobradamente su eficacia para salvar vidas con un coste razonable, llevan usándose más de una década, y el dispositivo está tan perfeccionado que proporciona una seguridad casi absoluta en su uso (no descargará cuando no deba).
No obstante, un desfibrilador no es una sucursal de los milagros de Lourdes. Por ejemplo, no cura un “ataque al corazón”: es verdad que la mayoría de la gente que muere por un infarto lo hace por una arritmia maligna que sería reversible con un chispazo, ¿pero cómo narices vas a desatascar una arteria, que lo que causa un infarto, dando una descarga eléctrica? La desfibrilación sólo reordena el ritmo cardiaco devolviendo el latido, pero mientras no abramos la arteria coronaria obstruida, es muy probable que el paciente vuelva a sufrir otra arritmia. También dijimos que la desfibrilación “reseteaba” una actividad eléctrica caótica, pero en la asistolia (la famosa línea plana que sale en las series televisivas) no hay actividad eléctrica de ningún tipo, por lo que la descarga es inútil. Y en general, si hay cualquier otra causa subyacente (vg. el paciente no respira o ha perdido mucha sangre, recordad la regla de las 4H y las 4T), el desfibrilador nos será poco o nada útil.
Espero haberos aclarado algo sobre este dispositivo que vemos en tantas series médicas y cada vez más a menudo en estadios, centros comerciales y aeropuertos. Y que, si un día os hiciera falta, sepáis que existe y cómo funciona. Dudas y correcciones, en los comentarios, como siempre.
¿Qué hay en una ambulancia?
Espero que a ninguno de los que leéis esto os hayan tenido que llevar en ambulancia. Y si algún día os pasa, no estaréis en condiciones de fijaros en los detalles que comento en esta entrada: ¿qué equipamiento hay en una ambulancia? ¿Es una furgoneta con una camilla o un quirófano rodante?
Antes de nada, un poco de contexto. Grosso modo hay tres tipos de ambulancias (cuyos detalles y denominación dependen de las comunidades):
- «Ambutaxi»: una camilla, una botella de oxígeno y un botiquín básico. Sirven simplemente para traslados de pacientes estables (típico abuelito en silla de ruedas que tiene que ir al hospital para la sesión de quimio), y no llevan personal sanitario. Tranquilos, no son las que van a buscarte cuando llamas al 112.
- Soporte vital básico / SAMU: Son las que envía el centro de coordinación para la mayoría de intervenciones. Van asistidas por dos técnicos (ATA), que no pueden administrar ninguna medicación que no sea oxígeno, pero tienen algo más de equipamiento que las anteriores (desfibrilador automático, collarines…).
De hecho, al menos en Navarra, todas las ambulancias que moviliza la ANE están igual de equipadas que una medicalizada: material para intubación, respirador automático, monitor cardíaco, sueros, fármacos, férulas… Tanto es así que se les denomina «medicalizables»: pueden funcionar como UVI móvil si se monta un médico en ella. - Soporte vital avanzado / SAMU-UCI / UVI móvil: Las joyas de la corona. Su dotación es de conductor, técnico, médico y enfermera, y son capaces de prestar todo tipo de cuidados de emergencia. Para ello tienen el equipamiento necesario en una unidad de cuidados intensivos: desde un desfibrilador/marcapasos hasta una bomba de perfusión (para inyectar medicamentos lentamente), frigorífico y termo (para insulina o sueros calientes).
Explicado esto, veamos una de ellas por dentro. En este caso, una SAMU de Cruz Roja que, entre llamada y llamada, tuve la oportunidad de fotografiar (¡gracias, Moby!). Lee el resto de esta entrada »