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Permitidme tutearos, imbéciles
Es hoy ya la tercera vez que me mandan este artículo de Arturo Pérez Reverte. Y la verdad que no podía dejar pasar la ocasión para dar mi opinión.
Antes de entrar al trapo, y como nota marginal, me llama la atención que hay quien me lo ha reenviado pensando que constituía un alegato por la derecha. Será que en su versión falta el párrafo en el que Reverte reparte leña para todos lados. Pero bueno, se lo disculpo: estamos en precampaña, y eso enturbia la comprensión (y la memoria) a todo el mundo.
De todas formas, yo no he venido aquí a hablar de diestros o zurdos, sino de la educación en este santo país. Y la verdad es que el artículo se comenta solo. Una Ley de Educación que ni siquiera es una ley de mínimos. Unos profesores puteados haciendo su trabajo, por una Administración que mira para otro lado y unos alumnos a los que se la suda el estudio y cualquier esfuerzo en general. ¿Resultado? Garrulos que promocionan automáticamente curso tras curso, aprobados por profesores a los que se les exige que respeten la idiosincrasia y la integridad psicopedagógica de cada estudiante (también conocido como «pobrico, no se vaya a frustrar»). El brillante es acogotado, y el mediocre, aplaudido.
¿El resultado? Carencias formativas que se agravan a cada nivel, y que desembocan en Universidades más parecidas a un plató de La Noria que a un lugar de conocimiento. A mí me engañaron; me dijeron que la Universidad era el lugar de la élite, donde iban los más capaces, para devenir también los más preparados. Pero claro, estamos en la era de los derechos, y todo el mundo tiene derecho a entrar a la Universidad, ¡y a licenciarse, faltaría más! ¿Por qué el vecino del cuarto sí, y yo no? La solución sería que, una vez pasada la PAU (a la que «Selectividad» es un nombre que le viene grande), le preguntaran al retoño qué quiere estudiar, le diesen el título y unos libros para que se leyese. El resultado sería el mismo: sólo estudiaríamos cuatro gilipollas. Pero el resto se habrían ahorrado los cinco años de fiesta y jarana: ¿tú sabes lo que desgasta salir jueves, viernes y sábado?
Y eso, por no hablar de la oposición (cualquier oposición), a la que le falta tiempo para deshacer lo que hizo el anterior, dejándolo igual que estaba, pero más manoseado. La última: Rajoy diciendo que quitará «Educación para la Ciudadanía»… sustituyéndola por «Formación Cívica». Tal cual. Que yo me pregunto: o es dejar la misma asignatura (¿para qué lo tocan entonces?), o vuelven a hacer la religión obligatoria (…y el Sagrado Corazón reinará en España). Salimos de Guatemala…
Pero bueno, siempre me consuela encontrar gente que se da cuenta de este mamoneo y comadreo, porque eso significa que aún quedamos unos pocos que sacaremos adelante el país. Aunque cada vez acaricio más la idea de nacionalizarme andorrano.