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Ruido (e iluminación)
Esta es una de esas cosas de las que no te percatas hasta que la cagas, como lo de los reflejos. Érase una vez un tierno incauto con su flamante trípode y su modesta cámara que se fue a sacar una foto nocturna, de las que quedan gonitas. Pero nuestro protagonista era todo un novatazo en estas lides, así que cuando volvió a casa y examinó las fotos que acababa de tomar, no pudo contener una expresión de sorpresa: «Oh, ¡diantres!», exclamó. ¿Qué era lo que había enojado a nuestro héroe?
Al mirar la foto más de cerca, como la tenéis vosotros ahora, vio que el cielo no era azul. Bueno, sí, pero de muchos colores distintos: unos cuadraditos más claros, otros más oscuros, como si la foto estuviera… grumosa. De hecho, en fotografía química (la de los carretes y el revelado, ¿os acordáis?), a eso se le llama «grano».
¿Por qué aparece? Resumidamente: porque el sensor no tiene suficiente información, así que se la inventa. Un ingeniero diría que, como está a oscuras y le llega poca luz, la señal es muy baja y tiene que amplificarla, aumentando con ello la cantidad de información indeseada, de ruido. Prefiero poner un ejemplo: imagínate que estás escuchando la radio. Los locutores hablan alto y claro, y tú los escuchas perfectamente. Sí, hay un pequeño zumbido y unos chasquidos de fondo, pero es inaudible: queda oculto por las voces y la música. Ahora resulta que el locutor empieza a hablar bajito, así que tienes que subir y subir el volumen para conseguir oírle. Sin embargo… el zumbido imperceptible ahora está casi tan alto como la voz, y te molesta al escucharlo; ¡mierda de radio!
Vale, pues ese es el concepto. Ahora vamos al campo de la fotografía: en un día claro y soleado (y de espaldas al sol), cualquier foto sale bien. Lo jodido viene cuando estamos dentro de un edificio, y no queremos que la foto nos salga oscura porque hay poca luz que pueda entrar y dar información al sensor. Así que tenemos tres opciones:
- Abrir más el diafragma, pero esto no suele dar mucho de sí…
- Aumentar el tiempo de exposición, haciendo que el obturador esté abierto y el sensor capte información durante más rato. Sin embargo, cuanto más tiempo esté expuesto el sensor, más cartas tenemos de que nos demuestre que seríamos unos malos ladrones de panderetas. Con tiempos más lentos que 1/30 de segundo, y eso no es nada si hay poca luz, tenemos muchas cartas de que la foto salga movida. Así que no sirve. Tercera opción:
- Aumentar la sensibilidad. Electrónicamente, lo que se hace es aumentar la ganancia, el voltaje de cada celda del sensor. O sea, decirle a la cámara: «invéntate los colores, y cuando veas algo tirando a rojo, dime que es muy rojo». La sensibilidad se mide en función del número ISO, que puede tomar valores entre 100 y 800 para cámaras compactas, pudiendo alcanzar los 6400 en el caso de algunas réflex.
La ventaja de subir la sensibilidad es que nos da un margen de acción mucho más amplio, permitiéndonos trabajar en condiciones de menor luminosidad (o juguetear con los demás parámetros). Pero nada es gratuito, y el precio a pagar en este caso es el ruido, que puede echarnos a perder una buena fotografía. Atentos:
Mantén el ratón encima para cambiar de ISO 200 a ISO 3200 (cuatro pasos). ¡Gracias por el consejo, Iñaki! |
Para terminar esta entrada, ¿qué factores pueden aumentar el ruido en una fotografía digital? Además de la sensibilidad, también la temperatura o el tiempo de exposición darán más ruido en la imagen final. Y otro que se suele pasar por alto a la hora de comprar una cámara, como es el tamaño del sensor: a igualdad de megapíxeles, cuanto más grande es el sensor, tanto más «pura» es la señal que proporciona y, por lo tanto, menor ruido. Una Nikon D3 con un sensor full frame tiene un CCD de 36×23,9 mm y 12 Mpx, mientras que una D90 monta uno de 23,6×15,8 mm. Y si nos vamos al segmento de las compactas, esta Coolpix se va hasta los 6,2×4,6 mm para la misma resolución. Huelga decir cuál meterá menos ruido… y cuál podremos llevar en el bolsillo.