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El aborto no es inmoral, y la Iglesia se hace la picha un lío
Aunque llegue un poco tarde con el tema, no me podía quedar callado al respecto: han corrido megas de texto, y yo también quería soltar la mía. Entre las muchas incoherencias que tienen la Iglesia y sus acólitos, una de ellas es el tema del aborto. Hablo de incoherencia porque nunca vi a ningún ensotanado oponerse a la donación de órganos, en concreto a esa que se hace empleando como fuente de los mismos a una persona en muerte cerebral. Desde luego, ¡qué inmoralidad! ¡¡Vaciar los órganos de una persona, reduciéndola a una mera fuente de repuestos, cual coche en desguace!! No, no lo oí nunca. Es más: que yo sepa, ningún médico se ha opuesto nunca a esta práctica, ningún meapilas se ha rasgado las vestiduras por ello.
Vale, ahora conviene repasar los criterios que se siguen para decretar la muerte del paciente. Esos que dicen que, en ausencia de actividad encefálica, el sujeto está muerto. Aceptamos pues que, cuando no hay cerebro, no hay persona sino un montón de órganos que funcionan coordinadamente (al menos de momento).
Y entonces, si en vez de una madre de cuarenta años conectada a un respirador tenemos una amalgama de células sin un sistema nervioso formado, ¿por qué le habríamos de conceder a ésta unos privilegios de los que la otra no goza? Si en ningún caso podemos hablar de sistema nervioso antes de la quinta semana de desarrollo (séptima de embarazo*), ¿por qué tratamos al embrión como un sanctasanctórum, invistiéndolo de una dignidad metafísica que, cuando menos, no concuerda con los criterios que aplicamos en otras ocasiones?
En llegando a este punto, el contraargumento generalmente esgrimido me encanta por su vaguedad y amplitud: la potencialidad. Que yo sepa, las cosas se juzgan por lo que son aquí y ahora, no por lo que llegarán a ser o lo que podrían haber sido. Aún no se ha dado ningún Nobel al médico que mejor hubiera podido descubrir la vacuna del SIDA, ni ningún banco ha concedido hipotecas en base al sueldo que cobraré en el trabajo que no tengo. Si nos ponemos a hablar de «potencialidades», y según un sacerdote que me dio clase, todo empieza con el besito que se da la pareja una noche que están tontorrones. Si seguimos con la potencialidad, ¿quién es más abortista: el que se carga un embrión, o el que interrumpe un acto de fornicación? Porque, si es así, me declaro culpable, señor juez (no veas el ruido que metían los hijos de puta a las tres de la mañana: ¡tuve que hacer lo del teléfono si quería dormir!).
Bromas aparte, recuerdo que todos sabemos cómo acaba una cópula entre un hombre y una mujer, del mismo modo que todos sabemos cómo acaba una fecundación… ¿o no? Depende de a quién preguntemos**: según este ensayo del New England, un tercio de las gestaciones fracasa sin necesidad de intervención externa. Según este otro del British Journal of Obstetrics and Gynaecology, la tasa es del 12% (descontando un 20% de abortos voluntarios, que nunca sabremos cómo hubieran terminado per se), cerca del 15% que menciona este otro artículo ¿Alguien quiere seguir hablando de potencialidad?
Podría alargarme más en este sentido, pero el tito Rinze lo ha hecho tan bien que es mejor que simplemente le enlace, para gusto y solaz de los lectores: De cómo el embrión recién fecundado no es un ser humano, o por qué el bukkake, llevado al absurdo, es prácticamente canibalismo. Tan sólo añadir esta referencia sobre depresión y aborto que he encontrado mientras buscaba literatura para la entrada.
My two cents. ¿Algo que alegar?
* -> Se habla de «semanas de embarazo» a partir de la última menstruación; sin embargo, el embarazo propiamente dicho se produce en las horas que siguen al decimocuarto día de ciclo, que es cuando ocurre la ovulación. Así pues, cuando falta la primera regla, estamos en la segunda semana de desarrollo, o cuarta semana de embarazo (amenorrea).
** -> Cadena de búsqueda para todos los artículos excepto el del NEJM: «Abortion, Spontaneous»[Mesh] AND («humans»[MeSH Terms] AND (English[lang] OR French[lang] OR Spanish[lang]))
Bibliografía:
Embriología médica. Con orientación clínica. Langman (Sadler, TW). 9ª ed. Buenos Aires: Médica Panamericana; 2004.
Sobre el aborto
Había preparado esta entrada hoy por la tarde, mientras escribía esta otra. La dejé guardada para los momentos de sequía posteril, pero creo que este es el momento oportuno para publicarla. Así que aquí la tenéis.
Aunque no lo he manifestado nunca, creo que los que leáis habitualmente este blog os podréis imaginar mi postura respecto a ese tema. Pero, por si acaso, lo voy a explicar. Creo que la ley actual (una Ley Orgánica de 1985) es un tremendo coladero. Recordemos los tres supuestos en los que es legal el aborto:
- Violación (según artº 429 del Código Penal): en las doce primeras semanas.
- Malformaciones del feto: en las veintidós primeras semanas.
- Peligro para la vida / salud física / psíquica de la mujer: en cualquier momento.
Hecha la ley, hecha la trampa. Y como en España inventamos el género de la picaresca y a perros no nos gana nadie, pronto supimos cómo darle la vuelta a la tortilla. Lo que significa «violación» es algo tan obvio como el hecho en sí mismo. Las malformaciones del feto, casi que también (aunque sólo sepa verlas el ecografista). El peligro para la vida de la madre… bueno, no quisiera yo estar en puerta y que me llegara una embarazada con una eclampsia; ahí es la vida de la madre o nada. Sin embargo, eso de la salud psíquica… Es lo que decíamos de las «pseudociencias». ¿Qué implica esto? Que ese supuesto, el del mal psíquico, se transformó en el agujero al que recurren casi todos los casos (creo recordar que hablamos de más del 90% de los abortos).
Personalmente opino que es de cajón que, con el estado de conocimiento actual, no se puede hablar de ser humano, persona, o lo que sea, antes de la semana doce. Los argumentos que mantienen lo contrario recurren, en muchos casos, a la sensiblería. Pero no me parece que una amalgama de células, por mucha «potencialidad» que tenga, merezca ser llamada ser humano. Es falaz. Y también opino lo contrario: un feto de veinticuatro, treinta semanas, es un pequeño churumbel. Vale que todavía no sepa decir «papá» o «mamá», pero grosso modo está completamente formado, es demasiado parecido a ti o a mí para decir que no es una persona. Por consiguiente, creo que acabar con ese montón ordenado de células previa a la semana doce no tiene mayor repercusión moral que la extirpación de un tumor (así de duro y así de real). Y hacerlo en las fases finales del embarazo es un auténtico crimen (en el sentido literario de la palabra).
Y ahora volvemos al principio: la ley actual del aborto. Esa ley que permite acabar con la vida de un feto o embrión, en cualquier fase de la gestación, en base a dudosísimos criterios. Dije que era un coladero por dos razones: una, es que permite de facto efectuar un aborto voluntario en cualquier momento. Y otra es que, para que una mujer pueda abortar, tiene que recurrir a chanchullos. Si lo que queremos es permitir que una mujer pueda abortar libremente, ¿no sería mejor admitirlo sólo cuando eso no implica acabar con una vida humana y sin que la madre tenga que recurrir a argucias? ¿De forma libre, antes de la semana doce (o de la ocho, para estar más seguros)? Creo que en dos meses (o uno, si es distraída con las reglas) ha tenido tiempo de sobra para pensar qué es lo que quiere hacer. De hecho, la inmensa mayoría de los abortos en España ocurren antes de la semana ocho (y la práctica totalidad, ~90%, antes de la doce).
Perdonad el final abrupto, pero prometí que la publicaría tal cual estaba.