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El triángulo de la muerte

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Suena a novela, y sin embargo todos tenemos uno ante nuestros ojos… o debajo de ellos, mejor dicho. El «triángulo de la muerte» es un nombre pintoresco que se le da a la región de la cara que hay desde el labio superior al entrecejo, y que se debe a una peculiaridad de su drenaje venoso. Recordarás del colegio que las venas, al contrario que las arterias, tenían válvulas para favorecer el flujo de la sangre, impidiendo que retrocediera. Pues bien: las venas que drenan esta área carecen de esas válvulas, pues la sangre ahí no necesita tal ayuda.

Dónde está el problema, te preguntarás. Imagina te ha salido un forúnculo, un grano bien hermoso. Tan gordo que pasan bacterias a la vena facial, cuya sangre no encuentra ningún obstáculo para refluir hacia el interior del cráneo y hacer un «grumo» de sangre infectada (tromboflebitis séptica) en las venas intracraneales, concretamente en el seno cavernoso o alguna de sus afluentes (venas oftálmicas o cerebrales). Este evento, aunque es raro, les cuesta la vida a un 20-30% de los enfermos: por eso lo del triángulo de la muerte. Y, aunque no mueran, muchos quedan con secuelas debidas a la afectación de los nervios oculomotores que atraviesan el seno, o a una meningitis secundaria.

Y por eso se insiste en que no se deben manipular los granos de esa zona de la cara, no sea que al remover semejante masa de bacterias estemos empujando un puñadito hacia donde no deben…

Bibliografía:
DiNubile MJ. Septic thrombosis of the cavernous sinuses. Arch Neurol. 1988 May;45(5):567-72.
Munckhof WJ, Krishnan A, Kruger P, Looke D. Cavernous sinus thrombosis and meningitis from community-acquired methicillin-resistant Staphylococcus aureus infection. Intern Med J. 2008 Apr;38(4):283-7.

Perpetrado por EC-JPR

marzo 3rd, 2011 a las 9:53 am

Categoría: Medicina

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Muerte cerebral, coma, estado vegetativo y cautiverio

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Entrada publicada simultáneamente en Amazings.es

La semana pasada salió en los telediarios la noticia de un hombre que lleva veinte años «en coma» tras una cirugía estética. Los periodistas acostumbran repetir lo que les han contado, sin hacer ninguna comprobación sobre ello (coño, ¡igual que Google Reader!) y cargándolo de morbo, y eso supone que a veces patinan. Como ahora. ¿Cómo va a estar en coma alguien que se mueve y gime espontáneamente? Sin entrar en los pormenores del caso, veamos cuatro términos relacionados y que se confunden a menudo: muerte cerebral, coma, estado vegetativo y síndrome de cautiverio (locked-in syndrome).

Gráfico del despertar y la consciencia en las distintas patologías: coma, estado vegetativo, síndrome de cautiverio...

Muerte cerebral.

Esto ya se comentó con más detalle en una entrada antigua. Una persona en muerte cerebral ha perdido todos los sistemas cerebrales, incluidos los de mantenimiento, los vegetativos: no es que no se mueva o no hable, sino que no regula su frecuencia cardíaca, no contrae sus pupilas, no mueve sus ojos si le giramos la cabeza, y respira porque está conectado a una máquina. Carece de reflejos homeostáticos, presentes en alguien anestesiado o en coma pero no en una muerte encefálica. Así que es imposible que alguien se “despierte” de una muerte encefálica. Está muerto, y punto.

Tanto es así que, si le hacemos una prueba para ver la actividad cerebral, sólo registraremos silencio. El electroencefalograma únicamente capta ruido de fondo, y en una prueba de imagen funcional (como un PET, dándole glucosa radiactiva y observando si las neuronas la usan) veremos un cráneo «hueco». De hecho, si alguien en muerte cerebral permanece unas horas sin «irse» del todo, es sólo por el uso de medidas de soporte vital avanzado.

Coma.

Simplificando: el coma es un estado de sueño persistente. Unarousable unresponsiveness, que lo llaman: el paciente está «dormido», pero ni se le puede despertar ni responde a estímulos. Se debe a un daño cerebral que incluye el llamado sistema reticular activador: esta es una estructura que proporciona el tono muscular y el «tono» cerebral, participando en el ciclo sueño/vigilia para mantenernos despiertos.

El coma es un estado transitorio, del que generalmente salen en unos pocos días o semanas: o despiertan, con distintos grados de daño neurológico, o permanecen en un estado vegetativo o de mínima consciencia.

Estado vegetativo.

Lo llaman wakeful unawareness: tiene los ojos abiertos, parece que está despierto, pero no es consciente de lo que sucede a su alrededor. Una vez más, no me refiero a algo tan complicado como participar en una conversación: un paciente en estado vegetativo ni siquiera cerrará los párpados si le arrojas algo a la cara, no reaccionará si le hablas. En otras palabras, es como estar en coma, pero abriendo los ojos de vez en cuando, alternando períodos de sueño con otros de vigilia.

Asimismo, el estado vegetativo suele acompañarse de un daño amplio de otras estructuras cerebrales, que puede manifestarse groseramente como posturas de decorticación o descerebración. Y, a pesar de que la definición de estado vegetativo no implica que sea irreversible, se habla de estado vegetativo persistente a partir del primer mes, y cuando el paciente lleva un año se considera imposible que salga de ahí.

Estado de mínima consciencia.

Es un grado superior al estado vegetativo persistente. Se aprecia algo de actividad mental, pero es imposible establecer una comunicación consistente. Perdonadme el ejemplo, pero podría compararse con un perro: es capaz de hacer movimientos con propósito (coger un objeto que le acercamos), seguir órdenes simples (levantar el brazo) o tener un discurso adecuado (manifestar sensaciones), pero nada más.

Locked-in syndrome (síndrome de cautiverio).

Esto es una gran putada. En los anteriores, el paciente no era consciente de su situación. Por el contrario, un paciente locked-in es una persona bloqueada, encarcelada en su cráneo: sería capaz incluso de escribir un libro, pues conserva todas las funciones cerebrales, pero no puede moverse ni hablar. Se han interrumpido las vías que conducen las señales desde el cerebro a la médula espinal, así que el enfermo sólo conserva el control de la apertura de los párpados y tres movimientos oculares: arriba, abajo y al centro. La muy recomendable película francesa La escafandra y la mariposa (basada en una historia real) lo representa perfectamente.

Unas consideraciones.

Espero haber aclarado un poco estos conceptos que generalmente son confusos. Tras leer esto, si veis el vídeo del chaval al que me refería antes entenderéis por qué no está en coma.

Y también quiero remarcar que emitir uno de estos diagnósticos no es fácil en absoluto, necesitando como mínimo varias exploraciones clínicas exhaustivas. Exceptuando la muerte cerebral, hay trastornos como los de esta entrada y otros muchos (vg. depresión catatónica o mutismo acinético) que parecen similares; tanto, que no es ninguna exageración decir que se diferencian en un guiño.

Bibliografía:
Racine E, Amaram R, Seidler M, Karczewska M, Illes J. Media coverage of the persistent vegetative state and end-of-life decision-making. Neurology. 2008 Sep 23;71(13):1027-32.
Laureys S, Owen AM, Schiff ND. Brain function in coma, vegetative state, and related disorders. Lancet Neurol. 2004 Sep;3(9):537-46.
Cavanna AE, Cavanna SL, Servo S, Monaco F. The neural correlates of impaired consciousness in coma and unresponsive states. Discov Med. 2010 May;9(48):431-8.
The Multi-Society Task Force on PVS. Medical aspects of the persistent vegetative state. N Engl J Med. 1994 May 26;330(21):1499-508.
Ropper AH. Acute confusional states and coma. Longo DL, Jameson JL, editores. Harrison’s Principles of Internal Medicine. 16ª ed. McGraw Hill; 2005. p.1624-31

Perpetrado por EC-JPR

noviembre 11th, 2010 a las 9:30 am

¿Cómo nos morimos?

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MarcapasosUna amiga me preguntó, hablando de su abuelo que ya estaba en las últimas, «Si el abuelo lleva un marcapasos para que no se le pare el corazón, y uno está muerto cuando el corazón se para… ¿cómo se puede morir?» Nunca se me había ocurrido que a alguien le interesaría saber cómo nos podemos morir, ni tampoco me había percatado de que hay mucha gente que desconoce eso que me parecía tan obvio. Así que, basándome en las causas de muerte más comunes, resumo algunos de los mecanismos que hay detrás de ellas. No pretendo ser exhaustivo ni mucho menos, sino simplemente dar unas pocas pistas.

Infarto de miocardio. El corazón no recibe sangre y se muere. Puede ocurrir una arritmia maligna, que hace que el corazón no tenga impulsos para latir. También puede ocurrir que haya tal cantidad de músculo muerto que no se pueda contraer. O que, directamente, el miocardio se rompa, y a tomar por culo todo. O que sea incapaz de movilizar la suficiente sangre y ésta se acumule en el pulmón, causando un edema y muriendo asfixiados lentamente (algo poco agradable).

Ictus (accidente cerebrovascular). El cerebro no recibe sangre, los mecanismos de control celulares se joden y se hincha como una esponja (edema cerebral). O quizás hay una hemorragia que lo llena todo de sangre: el caso es que el bulbo raquídeo, que regula la respiración y la frecuencia cardíaca (entre otros), se espachurra contra el hueso y no funciona. Aquí nos moriríamos asfixiados, a no ser que nos ingresen en una UCI y nos conecten a un respirador. Pero entonces acabaríamos con una neumonía o un fallo hipofisario. Porque esa es otra: hay cantidad de hormonas que se controlan desde un colgajillo del tamaño de una cereza, detrás de los ojos. Ese colgajillo controla el cortisol, que es nuestra gasolina metabólica (no cortisol, no way), o la ADH, que se ocupa de que tengamos los iones apropiados en la sangre. Se altera el sodio, volvemos al edema cerebral.

Cáncer. Un cáncer no mata. Mata las hormonas que segrega, como la adrenalina del feocromocitoma, que provoca una hipertensión arterial brutal que el corazón no puede afrontar. O las que no segrega, como el hepatocarcinoma que no produce factores de coagulación y mueres desangrado. Algo parecido ocurre en las leucemias: tanto producir células cancerosas, al final la médula se olvida de producir plaquetas, y mueres por una hemorragia, o leucocitos, y te mata una infección. O produce demasiadas, se apelotonan en un vaso, y volvemos al capítulo del ictus.
También las consecuencias del «efecto masa»: un cáncer de pulmón que obstruye los bronquios e impide la ventilación y oxigenación de la sangre, un cáncer de colon que ocluye el intestino grueso y causa una perforación (¡hala, toda la tripa llena de mierda!), o ese mismo hepatocarcinoma, que impide que la sangre fluya por el hígado y la manda por otros caminos, causando unas varices esofágicas por las que pierdes litros de sangre cuando se rompen. Y, claro, las metástasis de cualquier hijueputa, desde el de ovario hasta el melanoma. Por no olvidar las alteraciones generales que provocan en el organismo: un montón de células, metabolizando a todo trapo y dejando sin comida a las sanas (emaciación), a la vez que producen sustancias procoagulantes que causan una trombosis pulmonar. O esas metástasis óseas del cáncer de mama o el de riñón, que se comen el hueso, suben el calcio en sangre y causan una arritmia letal.

Neumonía y otras infecciones. Este es el mecanismo final para muchas enfermedades, desde la demencia hasta el ictus. Fallan los mecanismos de defensa naturales del organismo, desde la tos hasta el bazo, destruido trombosis tras trombosis en una anemia falciforme. Infección chiquitita al principio, va creciendo a sus anchas en un organismo sin cortisol que pueda estimular una respuesta inmune, o sin proteínas por un riñón que falla o un cáncer acaparador. Esa infección libera mediadores a la sangre: del mismo modo que tu piel se pondría roja e hinchada, esos mediadores hacen que los vasos se dilaten y tengan fugas por todas partes (sepsis, que lo llaman), la presión arterial baje, y los órganos empiecen a fallar uno tras otro, desde el riñón que no recibe sangre para filtrar, hasta el corazón, al que no le llega sangre que bombear.

Fallo renal. En cualquiera caso, nos interesa tener un riñón contento y funcionando eficazmente. De lo contrario, los iones empezarán a desbarrar, magnesio y potasio para arriba, y nos moriremos de una arritmia si el exceso de urea en sangre no nos ha frito el cerebro antes.

Traumatismo. Este es fácil: desangrado. De hecho, tiene hasta una entrada en el blog: muerto en el acto.

En cuanto a la duda concreta de mi amiga, un marcapasos no hace que el corazón lata. Perdonadme la obviedad, pero un marcapasos simplemente marca el paso. Estimula el corazón en ciertos puntos para que este, si quiere y puede, se contraiga. Pero si fallan las concentraciones de iones en sangre, se desploma la presión arterial (y/o el volumen sanguíneo), el miocardio no está irrigado o cualquier otra cosa, el marcapasos no sirve de nada.

Espero no haber acojonado demasiado a la parroquia. Dudas, sugerencias y correcciones, por el conducto habitual.

EDIT 02/09
Como me corrigen en los comentarios, no he explicado que el mecanismo último de la muerte es la «insuficiencia encefálica». O sea: que los sesos se quedan como para freírlos con cebolla. La definición de muerte está explicada con todo detalle en esta entrada antigua, pero se resume en que no tenemos forma de sustituir un fallo cerebral. Si falla el corazón, tenemos fármacos, dispositivos de asistencia, incluso bombas externas que mueven la sangre mientras llega un órgano de recambio. Parecido con el hígado y el MARS, o con el riñón y la diálisis. Pero si el cerebro se va a freír espárragos… Sayonara, baby

Perpetrado por EC-JPR

septiembre 1st, 2010 a las 2:26 pm

Categoría: Medicina

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ECM: Experiencias Cercanas a la Muerte

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Después de este tiempo sin escribir, tenía que resarciros cuando volviese. Es decir: esta entrada es un auténtico ladrillo. Pretendidamente entretenida y didáctica, pero jodidamente larga. Se siente. Yo me tuve que leer como el quíntuple de esta extensión, en inglés, aguantando divagaciones psicológicas (y ya sabéis el cariño que les tengo yo a las pseudociencias). Y, lo que es más entretenido, condensarlo todo en una fantástica ponencia oral de quince minutos, también en inglés, y sin diapositivas ni hostias.

Bueno, al tema. En el programa de hoy hablaremos sobre las ECM: Experiencias Cercanas a la Muerte (en inglés, NDE: Near-Death Experiences). Los más fieles seguidores de este blog recordarán que es un tema que os debía desde hace tiempo.

Antes de meterme en harina, os hago notar que sobre este asunto hay muy poca literatura publicada, y la que hay son estudios retrospectivos, con unos sesgos de selección impresionantes. En otras palabras: cualquier dato hay que cogerlo con pinzas.

¿Qué es una ECM?

A pesar de que no existe una definición universalmente aceptada, el término ECM (Experiencia Cercana a la Muerte) como tal se acuñó en 1975 por Raymond Moody en su libro «Life after life», y hace referencia al conjunto de alucinaciones cuya experiencia refieren algunas personas que han estado en peligro de muerte. Existen numerosas modalidades de ECM, si bien se le identifica popularmente con dos imágenes: «la luz al final del túnel», y «ver pasar la vida ante sus ojos».

Para explicarlo mejor, traduzco aquí un fragmento de la novela «Et après» de Guillaume Musso:

― …yo estaba fuera de mi cuerpo y le miré.
― ¿Qué dices?
― Usted gritó muy fuerte unas palabras que no comprendí.
― Te das cuenta de que…
Pero Nathan le interrumpió:
― La enfermera empujó un carro que contenía dos instrumentos que usted frotó uno contra otro antes de aplicarlos sobre mi tórax. Despuéss gritó: «¡todos fuera!» y todo mi cuerpo se levantó. (…)
― ¿Cómo sabes todo eso? ¿Quién te lo ha contado?
― Nadie. Yo flotaba en el techo y lo vi todo. Podía sobrevolar todo el hospital.
― Me parece que estás delirando.
Nathan no respondió nada, y hubo entonces un nuevo silencio antes de que Goodrich retomase la palabra, con un tono incrédulo.
― ¿Qué viste después? (…)
― Me aspiró una especie de túnel, a gran velocidad.
Hubo una pausa, y después Garrett le incitó a continuar.
― Te escucho.
― Mientras yo estaba en el túnel, volví a ver mi vida antes del accidente, y vi también a gente. Creo que estaban muertos.
― ¿Personas muertas? ¿Qué hacían allí?
― Me ayudaban a atravesar el túnel.
― ¿Y qué había al final del túnel?
― No voy a poder explicarlo…
― Haz un esfuerzo, por favor.
El niño continuó, con una voz más y más tenue.
― Una especie de luz blanca, a la vez suave y potente.
― Sigue diciéndome.
― Sabía que iba a morir. Quería ahogarme en la luz, pero había como una puerta que me impedía alcanzarla.
― ¿Qué había delante de esta puerta?
― No voy a poder explicarlo.
― Haz un esfuerzo, campeón, te lo ruego.
La voz de Goodrich se había vuelto suplicante y, tras una nueva pausa, Nathan volvió a empezar:
― Había «seres».
― ¿»Seres»?
― Uno de ellos abrió la puerta para dejarme entrar en la luz.
― ¿Tenías miedo?
― No, al contrario. Estaba bien.

¿Cuándo ocurre una ECM?

Teniendo presente el disclaimer de la ignorancia que puse al principio, distintos trabajos de investigación han estimado la incidencia de ECM en un 10% de aquellas personas en peligro de muerte. No obstante, hay que remarcar que no depende tanto del peligro real de muerte, sino del riesgo percibido: así pues, se han descrito casos de montañeros o accidentados que han sufrido ECM’s a pesar de no existir una base fisiológica que lo justificase.

Las razones por las que ocurren las Experiencias Cercanas a la Muerte no se conocen con certeza, si bien se han propuesto tres hipótesis diferentes:

  • Espiritual: alma que se separa del cuerpo.
  • Psicoanalítica: evasión mental para defenderse ante el daño.
  • Fisiológica: respuesta neuronal a una serie de mediadores bioquímicos.

Aspectos de la ECM

Si bien la imagen más típica de la ECM es la de una luz blanca, acogedora, al final de un túnel oscuro, no es raro encontrar otras manifestaciones. El núcleo de una experiencia ECM se puede componer de hasta estas cinco etapas, que ocurren entre un 10 y un 60% de los casos:

  • Sensación de paz y bienestar (ver: «Teorías fisiológicas», Endorfinas).
  • Separación del cuerpo físico (OBE: Out-of-Body Experiences) y autoscopia (ver: «Teorías psicoanalíticas», Trastorno disociativo).
  • Entrada en una región de oscuridad.
  • Visión de una luz brillante.
  • Entrada en otra dimensión.

Una de las que me parecen más curiosas es la de separación del cuerpo. Como veíamos en el ejemplo de «Et après», en estos casos los pacientes dicen haber podido ver todos los acontecimientos como un observador externo, siendo capaces de reproducir conversaciones, objetos o acciones que ocurrieron mientras ellos se debatían antre la vida y la muerte. No obstante, a fecha de hoy no se ha conseguido demostrar que los relatos que proporcionan quienes han sufrido una OBE no los han podido adquirir de ninguna otra forma (conocimientos generales, conversaciones posteriores…).

Hay que remarcar también que cualquiera de estas reacciones está condicionada por la cultura. Es decir, no se cruza niguna frontera; si bien se evocan experiencias y sentimientos místicos, todavía no ha habido ningún cristiano que se encuentre con Alá al otro lado del túnel.

Explicación espiritual

Algunos han querido ver en las ECM una sólida prueba de que la mente o el alma, como entidad inmaterial, se separa del cuerpo físico que actúa como mero soporte material, para dirigirse a otro reino.

Huelga decir que esto hace aguas por todas partes, empezando por lo de «sólida prueba». Ya vimos antes que ninguna OBE ha podido ser confirmada como tal, a pesar de haberse intentado experimentalmente. Por ejemplo, en uno de los ensayos se colocó un cuadro en el techo de la sala, con el dibujo mirando hacia arriba: ninguno de los pacientes que «abandonaron» su cuerpo fue capaz de adivinar lo que había en el cuadro.

Explicación psicoanalítica

En 1976 se sugirió que la ECM era una forma de despersonalización, de disociación, que actúa como defensa ante la amenaza de muerte en situaciones de extremo peligro. Psiquiátricamente, la disociación se define como una respuesta adaptativa a un trauma físico o emocional intolerable y, según el DSM-IV, no debe ser considerada patológica por sí sola; para estimar su potencial «malignidad» con mayor precisión se cuenta con los cuestionarios DES y DES-T. Pero, ¿en qué consiste realmente la disociación? Digamos que es la capacidad de abstraerse de la realidad; un ejemplo cotidiano es el que alguna vez nos ha ocurrido a todos al estar viendo la televisión o estudiando tan concentrados que no oíamos que nos hablaban. Este tipo de respuesta aparece en algunas víctimas de trauma (secuestros, violaciones…) que, inconscientemente, intentan evitar esta realidad desagradable con fantasías más apacibles.

Pues bien, respecto a esta teoría disociativa, hay publicado en el Lancet (2000) un artículo de Bruce Greyson (quien, a tenor de los resultados de PubMed, es uno de los mayores investigadores sobre ECM); en este artículo, Greyson busca una relación entre los trastornos disociativos, como patología psiquiátrica, y las ECM. Concluye que las personas que han sufrido una ECM obtienen mayores puntuaciones en los test DES que aquellas que no han tenido ninguna, si bien los valores se mantienen siempre por debajo del umbral de lo patológico.

De todas formas, y a pesar de esta aparente correlación entre ECM y disociación, no se trata del mismo tipo de fenómeno, ya que las ECM son percibidas como completamente reales, al contrario que la despersonalización típica. Así mismo, las ECM se diferencian de la despersonalización en que lo alterado no es el sentido de la identidad propia (la «yo-idad»), sino la asociación de esta identidad con las sensaciones corporales. Aquí yo no voy a opinar nada, que este no es mi tema…

Y siguiendo con las explicaciones psicoanalíticas y Greyson, os comento que otro estudio suyo, publicado en 2003, afirma que existen personalidades «proclives» a la ECM y, lo que es más curioso, que esta tendencia es independiente de la religiosidad.

Cerrando este apartado, otra teoría psicológica relacionada con las ECM. Se ha escrito por ahí que la luz al final del túnel es una regresión al momento del parto: la salida del útero, donde no hay luz, al exterior, fuertemente iluminado, a través del canal del parto. Esta teoría se cae por dos razones. La primera es que un niño nunca nace mirando hacia delante; si el ginecólogo que atiende el parto ve que allí al fondo asoma el hocico del bebé, os aseguro que se va a poner muy nervioso. Y la segunda y más contundente es que la experiencia del viaje a través del túnel la han sufrido también personas ¡que han nacido por cesárea! Así que descartada.

Explicación fisiológica

Como podréis imaginar, esta sección es la que más chicha tiene, porque es donde más argumentos y más sólidos se pueden dar. Se han propuesto diferentes teorías, cada una con distintos agujeros.

La que encuentro más interesante de todas, por su desarrollo y su refutación, es la de la anoxia. Esta analogía se dedujo por las similaridades entre las ECM y las G-LOC (Gravity-induced Loss Of Consciousness). Sabéis (y, si no, os lo cuento) que los pilotos de aviones de caza llevan unos trajes especiales (anti-G), para ayudarles a soportar las fuerzas a las que se ven sometidos; cuando hacen un pull-up, tirando fuertemente de los mandos para ascender, la fuerza centrífuga les empuja contra el asiento con una magnitud que es varias veces la de la gravedad. Y obviamente, la misma fuerza que sufre el cuerpo, la sufre lo hay en él; por lo tanto, la sangre se les baja a los pies. Así, el cerebro se queda sin oxígeno y se produce lo que se llama un black-out: va desapareciendo la visión periférica, cerrándose el campo visual en un túnel hasta que, por fin, se pierde el conocimiento.

Así mismo, en una situación de hipoxia cerebral, la corteza visual se desinhibe, de modo que las neuronas empiezan a dispararse anárquicamente. Dado que el 90% de las células de la retina (y, por tanto, del córtex visual) están en la fóvea, en la región central del campo visual, la percepción que se tiene de ese disparo aleatorio es la visión de un centro más iluminado que se va ampliando según más células empiezan a descargar.

Se ha intentado refutar esta teoría de la anoxia basándose en que las personas que han sufrido una ECM han sido capaces de razonar con claridad, mientras que en la hipoxia sabemos que ocurre lo contrario, pues se caracteriza por una capacidad de juicio reducida y un pensamiento errático. Sin embargo, quien dijo esto no tuvo en cuenta que esa clarividencia no se ha determinado objetivamente, sino que se basa en la impresión subjetiva de quien ha sufrido la ECM, en cuyo caso sí concordaría. De hecho, ese es el principal problema de los pilotos que vuelan en condiciones de bajo oxígeno: su capacidad mental está disminuida, pero ellos se sienten eufóricos, «iluminados» (vamos, parecido a una borrachera).

En cualquier caso, de momento podemos explicar la visión de túnel, pero no otros fenómenos como las visiones divinas y los flashbacks de memoria. En este sentido, ciertos trastornos epileptiformes del lóbulo temporal se han asociado con la aparición de sentimientos místicos, los mismos que en la ECM. Y esta región cerebral es especialmente sensible a la anoxia que ocurre en una situación de hipoperfusión, lo cual apoyaría la teoría.

Respecto a las sensaciones de bienestar y paz, se ha especulado con la secreción endógena de endorfinas. Esto concordaría con el hecho de que aquellas personas en las que se ha empleado naloxona (un antagonista de endorfinas) durante la reanimación reportan ECM’s más bien desagradables.

Y, ya que nos ponemos farmacológicos, algunos investigadores han relacionado las ECM con la secreción de serotonina, que explicaría las OBE’s y las alucinaciones místicas. Otros, por su parte han dicho que podía tratarse de un trastorno disociativo análogo al producido por la ketamina, pasando por alto que las alucinaciones de ésta tienden a ser terroríficas e irreales.

En cualquier caso, podéis ver que, de todas las explicaciones proporcionadas sobre una base fisiológica, no todas parecen plausibles, y, de las verosímiles, ninguna cubre todos los sucesos que ocurren en una ECM. Además de que, no olvidéis, también hay descritas ECM’s en ausencia de daño físico, donde la relevancia de estos mecanismos fisiológicos quedaría muy en entredicho.

Conclusión.

Para cada uno la suya; la mía es que las ECM son, hoy por hoy, un fenómeno más legendario que real, sobre el que no hay un conocimiento certero, y el poco que hay se basa en razonamientos teóricos y no en experimentos sólidos. Seguramente exista un sustrato fisiológico (debido en gran parte a la falta de oxigenación cerebral), pero modelado por aspectos personales y culturales que se proyectan sobre él.


Y ya se acabó (¡por fin!). Estos días releeré el texto, para asegurarme de que no me he dejado nada y todo está bien narrado; así, es posible que veáis alguna actualización (aparte de las citas). No obstante, queridos talibanes míos, si veis algún fallo os agradecería que me lo avisaseis.

Espero que hayáis disfrutado.

ACTUALIZACIÓN 15/06/08 00:30

He visto esto en el Tuenti de un amigo, y no he podido resistirme a publicarlo:

Entrada anarroseada por Pichicola.com

Actualización 23/11/10: Bibliografía

Bibliografía:
French CC. Near-death experiences in cardiac arrest survivors. Prog Brain Res. 2005;150:351-67.
Appleby L. Near death experience. BMJ. 1989 Apr 15;298(6679):976-7.
Greyson B. Dissociation in people who have near-death experiences: out of their bodies or out of their minds? Lancet. 2000 Feb 5;355(9202):460-3.

Perpetrado por EC-JPR

junio 2nd, 2008 a las 3:25 pm

Categoría: Medicina

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