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Orlistat
¿No habéis pensado alguna vez que sería genial tener una «pastillita mágica» que hiciera que las comidas no engordasen? ¿Algo que, tomándolo antes de una comida, nos hiciera «inmunes» a la grasa? Bueno, pues algo así ya existe desde hace tiempo y se llama orlistat, un fármaco que funciona disminuyendo la absorción de grasa en el intestino. O eso es lo que dice el laboratorio que lo vende: veamos en qué consiste exactamente…
Antes de que sigáis leyendo, resumo la entrada: los milagros, en Lourdes, y para perder peso, dejar de comer: el orlistat no es más que una pequeña (y cara) ayuda. Entonces, ¿por qué le dedico una entrada? Porque el orlistat, junto con la sibutramina, son los dos únicos fármacos aprobados en España para su empleo en el tratamiento de la obesidad moderada. Pero, además, el orlistat se vende sin receta desde mediados de abril: incluso es posible que algunos de vosotros hayáis visto ya el anuncio en la tele. El orlistat se ha venido comercializando como Xenical (orlistat 120 mg, Roche) desde hace más de diez años, necesitando receta médica para su dispensación; no obstante, la Agencia Europea del Medicamento aprobó a principios de este año su venta como especialidad OTC, bajo el nombre de alli (orlistat 60 mg, GSK).
Pero… ¿cómo funciona el orlistat? Es un inhibidor de la enzima que «fragmenta» las grasas para permitir su absorción, disminuyendo ésta en torno a un 30%. Este es el motivo de su eficacia, y la causa de sus efectos secundarios1 (¿qué pasa con las grasas si no se absorben? Imagínatelo).
Sin embargo, esto no implica que reduzca el peso en la misma proporción; de hecho, en un ensayo clínico aleatorizado doble ciego comparando contra placebo2 (el Rolls-Royce de la bioestadística), la reducción de peso debida a orlistat no llegaba al 5% tras dos años: un tipo de cien kilos que hiciese dieta pesaría 90 kg en vez de 94. Y este efecto es aún menor (2%)3 con la presentación OTC (alli), que tiene la mitad de dosis.
La siguiente pregunta, una vez sabemos cómo funciona, es: ¿en qué casos se puede tomar orlistat? La respuesta es obvia: cuando haga falta. No sirve para bajar ese michelincillo cara al verano; además, ¿sabíais que en inglés «michelín» se dice «agarradera del amor»? Bromas aparte, el orlistat está indicado en la obesidad tipo I, con un IMC superior a 30 kg/m2 (o 27, si hay patologías asociadas [diabetes, hipertensión…])3, y siempre junto con una dieta apropiada baja en grasa: la pastilla no sirve de nada si luego nos metemos medio litro de helado para el cuerpo, aparte de que, cuantos más lípidos tomemos, mayores serán los efectos secundarios. Y eso sin olvidarnos de que un mes de tratamiento cuesta cien euros, y no lo cubre la Seguridad Social (¡lógico! ¡con semejante efectividad!).
Y ahora llega la segunda parte, mucho más interesante: ¿qué efectos secundarios4 tiene el orlistat? De entrada, este fármaco actúa desde «dentro» del intestino: permanece en la luz intestinal sin absorberse, limitando la aparición de efectos secundarios. Pero el problema, como vimos antes, es que esa grasa que se quedaba en el intestino puede provocar flatulencia, incontinencia o urgencia fecal, diarrea y heces grasas (que flotan en el retrete). De hecho, se especula que sean esos efectos secundarios los que realmente juegan un papel en la pérdida de peso, por la reducción en el consumo de lípidos que hace el paciente para evitarlos. Y sin embargo, aunque molestos a la par que cómicos, estos problemas no son los más importantes, médicamente hablando: lo mismo que las grasas se van por el inodoro, también lo hacen las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) que lleva disueltas, y podría conducirnos a una carencia vitamínica (para evitarlo puede ser conveniente tomar algún suplemento vitamínico). Asimismo, también reducen la absorción de determinados fármacos como el Sintrom (un anticoagulante), la ciclosporina (un inmunosupresor), los anticonceptivos orales o ciertos anticonvulsivantes.
¿Cuál es la conclusión de todo lo que he dicho? Que el orlistat (ahora de venta libre como alli) tiene un efecto insignificante en la pérdida de peso, a expensas de efectos secundarios molestos y un elevado coste económico. Porque, como ya se ha demostrado, lo mejor para perder peso es realmente querer hacerlo y estar dispuesto a sacrificarse: ni aliados, ni trucos de la abuela.
Bibliografía:
Agencia española de medicamentos y productos sanitarios. Madrid: Ministerio de Sanidad y Política Social; consultado el 15/06/09. agemed.es
1: Orlistat, a new lipase inhibitor for the management of obesity. Pharmacotherapy. 2000 Mar;20(3):270-9.
2: Randomised placebo-controlled trial of orlistat for weight loss and prevention of weight regain in obese patients. European Multicentre Orlistat Study Group. Lancet. 1998 Jul 18;352(9123):167-72.
3: Clinical practice. Nonsurgical management of obesity in adults. N Engl J Med. 2008 May 1;358(18):1941-50.
4: European Medicines Agency. European Public Assessment Report, Product information (Español). Publicado el 25/03/2009, consultado el 16/06/09. http://www.emea.europa.eu/humandocs/Humans/EPAR/xenical/xenical.htm
Mitos asociados a la Navidad y el invierno
Aunque un poco a destiempo (lo bueno se hace esperar), os traigo, de manos de Diario Médico, la refutación de unos cuantos mitos navideños e invernales. Como sería tontería que tradujese entero el artículo original del BMJ en el que aparecen, me he permitido hacer una adaptación libre (y sin errores, no como en DM). Eso sí: las conclusiones son las mismas.
El azúcar causa hiperactividad en los niños.
Naaah. Doce estudios aleatorizados de doble ciego (vamos, la rehostia) no han encontrado diferencias entre niños dulces y más agrios, incluso incluyendo en el ensayo a niños con TDAH. Así mismo, en otro estudio se observó que el factor «Este niño se mueve más que la compresa de una coja» depende de la apreciación subjetiva de los padres cuando saben que ha tomado alguna bebida azucarada.
Los suicidios aumentan durante las vacaciones.
Entre el frío que pela, el alcohol que suelta la lengua, y que hay que aguantar a la suegra, muchos acarician la idea de usar el cuchillo de trinchar el pavo con otros fines. Sin embargo, las conclusiones de los estudios no son demasiado claras: en Japón, con eso del hara-kiri, sí que se observó una mayor incidencia de suicidios después de las vacaciones, pero no ocurría lo mismo en los Estados Juntitos (allí son más de pistola y cuatro tiros al vecino).
Respecto a la influencia entre las horas de oscuridad y las tasas de suicidio, estudios en Finlandia, Hungría, India y Estados Unidos no han mostrado una relación directa, sino más bien lo contrario: de haber una variación estacional, esta desplazaría los suicidios hacia el verano (¿tú te imaginas a una húngara en bañador?).
Toxicidad de la Flor de Pascua.
Mucha gente piensa que la flor de Pascua es tóxica: no obstante, sólo un 4% de los casos de ingestión de la planta han necesitado tratamiento médico. Así que si vas a intentar lo del punto anterior, repito: el cuchillo sigue siendo más eficaz.
Pérdida excesiva de calor por la cabeza.
Cuando llega el invierno florecen gorros de todo tipo: unos lo llevan porque les gusta, y otros porque «han oído» que por la cabeza se pierde mucho calor. Y eso no es más que la conclusión sesgada de un estudio del año catapún, en el que cogieron a unos soldados, los forraron con anoraks y demás parafernalia de supervivencia ártica, y vieron que la mayor parte del calor la perdían por la cabeza: ¡nos ha jodido! ¡Si es lo único que tienen descubierto! La realidad es que, como parece lógico pensar, la cabeza no «emite» más calor que cualquier otra parte del cuerpo en las mismas condiciones. Eso sí: si vosotros queréis poneros sombreros, os recomiendo uno de estos. Triunfaréis, capullos.
Los atracones nocturnos te ponen fondón.
Uno engorda porque come más de lo que gasta, punto. Si después de una cena navideña saliésemos a la calle a perseguir a Santa Claus por los tejados para apedrearle los renos, seguro que adelgazábamos. Los estudios que apoyan el que comer por la noche engorda más, son aquellos que encuentran una relación del tipo «Las personas gordas comen por la noche más que las que no están gordas». Ya: comen más por la noche… y para desayunar, comer y merendar, y también para almorzar, cenar y recenar.
Remedios para la resaca.
Uno: no haber bebido. Dos: seguir bebiendo. Si son las diez de la mañana, es demasiado tarde para el primero y demasiado pronto para el segundo, así que hay que buscar otra alternativa. Tu propio cuerpo te dará la respuesta: ¿acaso no tienes una sed de agua terrible? Esto no viene en el BMJ, pero lo añado yo: la razón principal de la resaca es la deshidratación (neuronal) a la que nos hemos sometido con el alcohol (pero no es plan de ponerse a hablar ahora de osmolalidades, ¿verdad?). Pues bien: para curarlo, nada mejor que agarrar una botella de agua mineral y darle duro.
Y yo aviso: habrá segunda parte…
Y todo gracias a este artículo:
Festive medical myths. Vreeman RC, Carroll AE. BMJ. 2008 Dec 17;337:a2769.