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¿Sabías por qué… sientes hormigas en las manos cuando estás nervioso?
¿A alguno de vosotros le ha ocurrido alguna vez sentir un hormigueo en las manos o los brazos cuando se ponía nervioso, quizás en una montaña rusa o antes de un examen? Incluso es posible que la cosa haya pasado a mayores, esos hormigueos se extendiesen por brazos y pies, sintiéseis que os falta el aire y pudiéseis llegar a desmayaros o caer presas de un ataque de pánico.
Pues bien: a pesar de lo incómodo de la sensación (algunas personas llegan a decir incluso que «pensaban que se morían»), lo que ha ocurrido es simplemente que estábais hiperventilando, respirando más deprisa de lo normal. Esto es algo que hacemos inconscientemente cuando nos ponemos nerviosos y que, en contra de lo que puede parecer, no aumenta el oxígeno de la sangre (los «camiones» que la transportan ya están llenos): la consecuencia de respirar mayores volúmenes (más rápido y/o más profundo) es «limpiar» la sangre de CO2, descendiendo la concentración de ácido carbónico. El resultado es un aumento del pH (alcalosis), cuyos síntomas son los que he enumerado en el primer párrafo: desde las parestesias (hormigueos) hasta la pérdida de conciencia.
Esto además tiene el inconveniente de que, al ser una sensación incómoda y extraña, nos pone más nerviosos, haciendo que ventilemos más y agravando el problema. ¿Cuál es la salida de este círculo vicioso? La mitiquérrima bolsita de papel para respirar dentro de ella o, si le quieres vacilar al incauto, pedirle que silbe. Con lo primera estará respirando su propio aire, aumentando el contenido en CO2, y con la segunda disminuyes la frecuencia y profundidad de la respiración.
Un último frikidato, y ya me voy: ¿sabías que hay un tipo de crisis epiléptica en adolescentes que se puede desencadenar por una hiperventilación? Son las crisis de ausencia, también conocidas como petit mal. Sin más, sólo era por comentarlo.