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Los hoyuelos de la rabadilla: el romboide de Michaelis
Seguro que todos los varones que leéis esto habéis observado que ciertas mujeres (y también algunos hombres) tienen dos hoyuelitos marcados en esa parte donde la espalda pierde su nombre. Y muchos de vosotros le encontraréis un punto sensual. Lo que no sabéis es que su atractivo no es poder usarlos para reposar los pulgares, sino que indican quién podría ser una buena madre.
Al menos en lo que se refiere al momento del parto, claro. Esos «hoyuelos de Venus», como también se les llama a veces, son dos vértices del romboide de Michaelis. Debe su epónimo al obstetra que lo describió en el siglo XIX, el alemán Gustav Adolph Michaelis, y anatómicamente se corresponden con las articulaciones sacroilíacas. Lo interesante es que la distancia entre los hoyuelos (lo que sería la diagonal transversa del romboide) es una indicación indirecta del tamaño de la pelvis y, por tanto, del ‘canal del parto’ y la facilidad para parir1, 2, igual que lo son la altura de la madre o la anchura de sus caderas (¿entendéis ahora por qué algunos hombres preferimos las mujeres con silueta de guitarra?).
Ahora que lo sabéis, ya tenéis una excusa (si es que era necesaria) para mirar a esas rabadillas que asoman cuando aprieta la temperatura…
Bibliografía:
1: Rozenholc AT, Ako SN, Leke RJ, Boulvain M. The diagnostic accuracy of external pelvimetry and maternal height to predict dystocia in nulliparous women: a study in Cameroon. BJOG. 2007 May;114(5):630-5.
2: Liselele HB, Boulvain M, Tshibangu KC, Meuris S. Maternal height and external pelvimetry to predict cephalopelvic disproportion in nulliparous African women: a cohort study. BJOG. 2000 Aug;107(8):947-52.
Partos y ciclos lunares
Seguro que muchos de vosotros sabréis eso de que las fases lunares influyen en los partos, que con Luna llena todas las embarazadas se ponen de acuerdo para parir, etcétera. Yo lo volví a oír el otro día, de manos de un amigo, que lo ampliaba con una explicación del tipo: «La gravedad de la Luna causa las mareas, ¿no? Entonces, ¿por qué no van a tener influencia la gravedad y el campo magnético lunar en las embarazadas? De hecho, yo he oído a varias matronas decir que, en determinadas fases lunares, sus guardias son de lo más moviditas…».
Como lo defendió con tanta seguridad, no me atreví a replicarle a pesar de que sabía que se trataba de un bulo. Coño, igual era yo el que estaba confundido… Así que hice dos cosas: examinar sus argumentos y buscar pruebas. Vayamos con sus razones:
- La gravedad de la Luna causa las mareas.
Cierto en un 66%. Basta un vistazo a la Wikipedia para comprobar que, grosso modo, la atracción gravitacional de la Luna es responsable sólo de dos terceras partes de la oscilación mareal. El otro tercio se debe al Sol, pero nadie lo menciona al hablar de los partos: qué raro, ¿no? - El campo magnético lunar.
Recuerdo la Física que di en Bachillerato, que decía que el campo magnético terrestre se debe a las corrientes de metales fundidos en el interior, y no me suena que la Luna tenga volcanes… La Wikipedia vuelve a confirmar mis sospechas: la Luna no tiene campo magnético. Dos de dos. - El error de relacionar mareas con partos: ¿dónde están la coherencia y plausiblidad biológica? ¿Acaso conocemos un mecanismo que pueda explicar la posible vinculación entre la gravedad, los partos y las mareas?
- Matronas (o ginecólogos, o…) lo dicen.
La clásica falacia del argumento de autoridad: magister dixit, lo dijo Blas, punto redondo. El que algunos médicos recomienden vitamina C para el catarro, no significa que sirva para algo…
De modo que este amigo mío habló pero no dijo nada: cada uno de sus argumentos se desmonta en dos líneas. Pero, ¿y si, no obstante, él estuviese en lo cierto? Si un estudiante no sabe explicar el funcionamiento de una dinamo no significa que no funcione: que no conozcamos el mecanismo por el que algo ocurre tampoco implica que no suceda. Y que los cumpleaños de la gente no se concentren en dos días al mes no significa que… bueno, a lo que iba: examinemos las pruebas.
Seguro que hay más gente que ha oído esto de la Luna y los embarazos, ha cogido el registro de partos del hospital y ha hecho unas estadísticas. Así que fui a PubMed y busqué lo primero que se me ocurrió, la secuencia pregnancy delivery rate moon, con quince resultados (que reducimos a cinco, si quitamos los artículos de gente apellidada Moon). Y los resultados son unánimes:
Six thousand seven hundred and twenty five deliveries were retrospectively analyzed from 01 January 2000 to 31 December 2006 (…) The analysis revealed no significant correlation of birth rate to lunar phases. There were also no significant differences regarding birth complications, neonatal outcome and gender to the lunar cycle at the time of conception.
Birth records (…) between 1995 and 2000 (n = 167,956). Daily birth counts were merged with daily surface weather statistics from the National Weather Service for Sky Harbor Airport, and records of lunar phase for the same period. The analyses revealed no significant correlates of birth rate.
This was a retrospective cohort, secondary analysis of 564,039 births (…) from 1997 to 2001. (…) we found no significant differences in the frequency of births, route of delivery, births to multigravid women, or birth complications across the 8 phases of the moon or between documented high- and low-volume intervals of the lunar cycle.
7842 spontaneous deliveries (…) between January 1988 and November 1992, covering 58 synodic lunar months. (…) Non significant differences were found in the incidence of spontaneous birth throughout the lunar cycle.
The distribution of all births during 51 lunar cycles, from March 17, 1974, to April 30, 1978, was analyzed (…) There were 11.691 live births, (…) In none of the 4 samples was the mean number of births occurring on the date of the full moon above average, showing that the birthrate during the period surveyed did not in any way correlate with the cycle of lunar phases.
Se puede decir más alto, pero no más claro: la Luna no tiene nada que ver con los partos. Lo gracioso es que esto está demostrado desde hace treinta años, fecha del último estudio, y aún hay gente que lo cree así…
Nueve meses después
Una de las primeras preguntas que se le hacen a una embarazada es, o bien de cuánto tiempo está, o cuándo «sale de cuentas»: es decir, cuándo le toca sentarse en el potro para parir. La feliz aludida nos responde en el acto, pues generalmente ya ha visitado a su ginecólogo y sabe todos los datos del churumbel; sin embargo, ¿alguna vez os habéis visto en la situación de ser vosotros los que tenéis que calcular la fecha del parto? Sí, hombre, lo típico de: «Pues, si te quedas embarazada ahora, darás a luz hacia el…». Y ahí viene lo jodido.
La ecuación del botijo es una mariconada al lado de esto: «Vamos a ver… si echamos un casquete ahora y acertamos, más nueve meses de embarazo… ¿o eran cuarenta semanas? A contar desde hoy, menos catorce días de la ovulación más cinco de la regla, treinta días tiene septiembre, con abril, junio y noviembre…», y nos sale que el niño nacerá para Semana Santa. Además de que, con la concentración, ya se nos han pasado las ganas de engendrar (eh, habría que probarlo como medio de control, en vez de los condones). Nada, no sirve. Hay que buscar algo más práctico.
Como ya os explicaré otro día, los médicos somos unos vagos redomados, así que un obstetra alemán tuvo que idear una regla para calcular con rapidez una aproximación a la fecha del parto. A ese método se le conoce como la regla de Naegele, en honor a su inventor, y es tan sencillo como:
- Toma el primer día de la última regla,
- Añade siete días,
- Quítale tres meses, y
- Añádele un año.
Un ejemplo práctico: a nuestra legítima no le ha visitado la señorita de rojo, y le tocaba, pongamos, el veinte de enero (eso sí, un dato importante: si su regularidad es más parecida a un reloj de los chinos que a uno suizo, obviamente la regla anterior no sirve). Tuvo su último período el 21 de diciembre de 2008: más siete días, es 28, menos tres meses, es septiembre (12-3=9), del año siguiente (2009). Así que los patucos y similares tendrían que estar en casa para el 28 de septiembre de 2009. Mucho más fácil, ¿o no?
Ahora bien, como ya os imaginaréis, esto es todo un cálculo medio y, por lo tanto, aproximado. De entrada, supone que la mujer es regular, y no tiene en cuenta si el año es bisiesto o no. Además, una gestación normal puede durar entre 37 y 41 semanas (a contar desde la FUR), y la cuenta lo estima sólo para una media de 40. Pero bueno: para hacerse una idea no está nada mal.