Entradas de archivo para la etiqueta ‘reiki’ tag
Reiki: el poder está en tus manos
Entrada publicada simultáneamente en Amazings.es
El domingo pasado, El Mundo publicaba un publirreportaje con aspecto de noticia titulado «Reiki, manos que curan». No vengo aquí a decir que el reiki en realidad es una magufada absurda, y LA Gámez ya ha dado cera al artículo de marras, cuya única fuente de información es un reikipeuta profesional. Esta vez escribo porque me saca de mis casillas que alguien dé datos a medias o verdades sesgadas para vendernos su patraña.
Por ejemplo, ya en la primera frase de la noticia. Cuando nos masajeamos una zona dolorida no es para aplicar inconscientemente el reiki (si ahora va a resultar que hasta los animales aplican algo que se inventó en el siglo XX), sino que estimulamos un tipo de fibras nerviosas que, al llegar a la médula espinal, inhiban la transmisión del impulso doloroso, mecanismo conocido como «inhibición lateral».
Lo de la terapia milenaria es de risa: una cosa es que haya textos de unos monjes que hablaran de la imposición de manos (¿y a mí que eso me suena de algo?), y otra es que un avispado en 1920 inventara el reiki tal y como se emplea hoy. O que se «administre» en hospitales públicos, que se supone que da un pábulo de legitimidad al hecho de que vayan voluntarios de una organización externa (ni siquiera titulados sanitarios) a dar masajitos y charlar con los enfermos.
Indispensable la mención de todo magufo a la física cuántica. Es una de esas palabras chulas que siempre quedan bien para vender un producto, como orgánico, biológico, o gatitos. Claro que se le olvidó pasar por alto que, para que mis ochenta kilos de masa escéptica y respondona se transformen en «todo energía», sería mediante una reacción nuclear o algo similar. No te confundas: la energía que sientes que desprendes no es más que el calor producto del metabolismo de tus células.
Y en cuanto al nudo energético y el equilibrio de fluidos taponados… Mira, cantamañanas: que yo sepa, el único momento en el que sirve imponer las manos es, precisamente, para taponar esa aorta desgarrada que está haciendo que un hombre se desangre a borbotones sobre la mesa de quirófano. Así que no vengas a hablarme de quistes energéticos, que he visto tumores de mama como pulpos y úlceras por presión en las que cabía mi puño. Así que vete a contarle gilipolleces energéticas a otro.
En cuanto a esa parálisis de la cara que se resuelve milagrosamente y que prueba la efectividad del reiki, ¿no será una parálisis de Bell, que se cura sola en unas pocas semanas o meses?
Sigamos, sigamos con un órdago a grande. El reiki, dice, está reconocido por la OMS. ¿Qué significa, que llega un tipo de la OMS y dice «Ah, esto es reiki»? Porque, con menos sorna, es lo que hace la OMS con las terapias alternativas (incluida la homeopatía): se limita a afirmar que hay gente que la usa, pero no dice nada sobre su efectividad o utilidad. De hecho, he ido a la web de la OMS, he buscado la palabra «reiki», y me ha aparecido este documento en el que las ponen justo al lado de «tratamiento basado en la fe». Sin comentarios.
En fin, para qué seguir. Luego el publirreportaje suelta cosas sobre energías y chutes (¿consistirá en meter los dedos en el enchufe?), la experiencia de uno que tiene un primo en Huelva que está mucho más satisfecho consigo mismo desde que le masajean el occipucio, y que no puede ser malo porque hay monjas que se lo administran (me deja mucho más tranquilo saber que no me condenarán a la hoguera por brujería).
Eso sí, le voy a dar la razón en su última frase: el poder está en tu mano, pero no en la palma sino en los dedos. En tus dedos, un teclado y una conexión a internet para buscar información y dejarte de tonterías.
Reiki: otra magufada de tomo y lomo
A veces uno descubre cosas tan inverosímiles que no se explica cómo es posible que incluso haya hospitales públicos y asociaciones estudiantiles que las amparen. Tan absurdas que no entiendo qué parte del cerebro se desconecta para que parezcan una buena idea. Me refiero al reiki.
Resumidamente, el reiki es una artimaña mágica milenaria (inventada en el siglo XIX XX) que afirma ser capaz de curar numerosas enfermedades gracias a la imposición de manos. Sólo que en vez de llamarlo «imposición de manos», que suena demodé, viejuno y casposo, le ponen un nombre japonés que significa algo así como energía vital universal1 (energía y oriental, ¿qué sería de los magufos sin estas palabras?). El reiki afirma que la enfermedad se debe a un desequilibrio de ese campo de energía y que, aquí viene lo gracioso, el organismo puede alcanzar la autocuración si un chamán «equilibra» esa energía y «reorienta» los campos energéticos. No, en serio, no os riáis, que hay gente que se aprovecha de semejante gilipollez para engañar a enfermos.
¿Pero cómo se comete semejante despropósito?1 El reikipeuta primero se concentra en la sanación que quiere conseguir (la intención es crucial: si no, el tratamiento no funciona). Después pasa las manos extendidas por encima del enfermo, de la cabeza a los pies, para notar el flujo de energía (incluso a través de la ropa) en forma de cambios de temperatura. Por último, el curandero «reorienta» el campo de energía, quitándola de donde sobra, poniéndola donde falta y mejorando la armonía con el Universo en general. Todo este tratamiento, sin necesidad de diagnosticar y ausente de efectos secundarios, porque el reiki sabe dónde y cómo es más útil. Vamos, el mejor descubrimiento después de la penicilina. Y por si fuera poco, tras un breve aprendizaje de dos días también puedes administrártelo a ti mismo o a tu perro: con más tiempo serás capaz de hacerlo a distancia concentrándote con una foto del paciente.
Sin rodeos: es tan absurdo que hasta una cría puede desmontar semejante mamarrachada. No es ninguna exageración: Emily Rosa, una adolescente estadounidense, fue capaz de diseñar hace catorce años un sencillo experimento que evidenciaba la estupidez que es el reiki2. Emily se preguntó: si todo este montaje se basa en un campo de energía, ¿por qué no comprobar si los reikipeutas son capaces de sentir esa transferencia energética a ciegas? Así que tomó un puñado de reikipeutas voluntarios, les dejó que meditasen y se preparasen, y les hizo pasar las manos a través de una pantalla. Entonces, lanzando una moneda al alto decidía sobre cuál de las manos del chamán pondría la suya. ¿Y adivináis qué ocurría? Nada. Los voluntarios eran incapaces de adivinar dónde tenía Emily puesta su mano, lo mismo que tampoco podían hacerlo los controles reiki-independientes elegidos. Un FAIL! como una casa.
Ahora llega la réplica de siempre: ¡pues a mí me funciona! Sí, hombre, sí: ya sabemos que la Ciencia enmudece ante la experiencia individual de mi primo. Quien aún piense que el tipo que habló en ese programa de radio a medianoche va mejor encaminado que los estudios científicos y el sentido común, haría bien leyéndose esta entrada. Aclarado esto, vayamos a la parte de las publicaciones. Como sabéis, un estudio simplemente busca una asociación estadística entre dos hechos, pero la plausibilidad de esos hechos y su vinculación tendremos que explicarlas de otra manera. Por extensión, cuanto más inviable parezca esa relación, más fuerte tendrá que ser la evidencia; no nos bastará una significación estadística marginal en un pequeño estudio que aparece por ahí, porque si hacemos estudios como quien dispara con metralleta, seguro que algo sacamos.
En fin, veamos qué hay publicado por ahí. Encontramos algunas revisiones3, 4, 5 que dicen que los estudios son pocos y malos, pero que alguno da resultados positivos. Sin embargo, como suele pasar, tiramos del hilo y vemos que esos positivos son de artículos-mojones: el que no emplea enmascaramiento tiene un tamaño muestral de una decena de pacientes, cuando no tiene varios agujeros a la vez. Y basta ojear alguno de esos artículos con resultados positivos para ver algunos hilarantes como este, en el que afirman que el reiki disminuye la valoración subjetiva de dolor… en una forma de una de las escalas usadas (y obviamos que en las demás no hay diferencias). O que disminuye el número de linfocitos de un tipo… pero que también los sube de otro distinto, y otros no varían. O sea: ni si, ni no, ni todo lo contrario. Justo el tipo de pruebas que necesito para creerme algo que no tiene pies ni cabeza.
Resumiendo: si algo anda como un pato, nada como un pato y hace «cuac», ¿de qué animal estamos hablando? Y si algo parece estúpido y los experimentos no refutan su estupidez, ya sabes cómo puedes tirar tu dinero, tu tiempo y tu salud.
Bibliografía:
1: Baginski BJ, Sharamon S. Reiki: energía vital universal. Método holístico de tratamiento para la práctica profesional y hogareña. Buenos Aires: Uriel; 2000.
2: Rosa L, Rosa E, Sarner L, Barrett S. A close look at therapeutic touch. JAMA. 1998 Apr 1;279(13):1005-10.
3: vanderVaart S, Gijsen VM, de Wildt SN, Koren G. A systematic review of the therapeutic effects of Reiki. J Altern Complement Med. 2009 Nov;15(11):1157-69.
4: Astin JA, Harkness E, Ernst E. The efficacy of «distant healing»: a systematic review of randomized trials. Ann Intern Med. 2000 Jun 6;132(11):903-10.
5: Lee MS, Pittler MH, Ernst E. Effects of reiki in clinical practice: a systematic review of randomised clinical trials. Int J Clin Pract. 2008 Jun;62(6):947-54. Epub 2008 Apr 10.