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QuoDrink y zumitos similares: ¿son útiles para la resaca o la borrachera?
Entrada publicada simultáneamente en Amazings.es.
Me pasa jmiguel un enlace: oye, échale un vistazo, que parece interesante. Un infame publirreportaje de Muy Interesante sobre una supuesta bebida que evita la resaca, y que ya hace levantar la ceja por la mala redacción: ¿la «enzima ‘alcohol’» o la «acetil aldehido genasa»? ¿Un test «con más de 20.000 personas obteniendo un 100% de efectividad»? Carajo, si te vas a inventar los datos, por lo menos pon unos que resulten creíbles…
Lo gracioso es que en la revista hablan sobre la resaca, pero en la web de ese producto no la mencionan: sería curioso, porque de hecho actualmente no se conoce ningún tratamiento eficaz para la resaca (además de que relacionar la alcoholemia con la dureza de la resaca, como ellos hacen, es incorrecto: depende del tipo de bebida o cómo durmamos esa noche, entre muchas otras cosas).
Pero, ya que nos hemos puesto, buscamos un poco y resulta que no es sólo QuoDrink: también está Moderol, Rebootizer, Outox o Alcohol Killer (todas marcas registradas) que publicitan lo mismo con palabras similares desde hace años. Todos estos bálsamos de Fierabrás afirman reducir la alcoholemia hasta un 50%. ¡Encarga tres cajas para urgencias, que en la guardia del viernes me van a poner un altar! Ojalá. El efecto que realmente tienen esas bebidas es el mismo que beberte un simple zumo de frutas: disminuyen la absorción de alcohol comparada con la que ocurriría en ayunas. ¿A que, dicho así, parece mucho más mundano, mucho más… inútil?
Eso sí: no negaré que se lo han currado. En la web de varios incluso aportan estudios como este ensayo clínico cuya conclusión es que si te tomas el caldito en ayunas y antes de beber alcohol, tu alcoholemia alcanzará niveles menores. Veamos:
A la izquierda, la publicidad de QuoDrink. Al centro, la misma publicidad pero con la escala corregida para compararla con un estudio de unos suecos que, en vez de una bebida milagrosa, les dan de desayunar. Y a la derecha, lo mismo con otro estudio parecido. En los tres casos, la curva superior es la alcoholemia en ayunas, y la inferior es tras haber ingerido la bebida o una comida. ¿Qué conclusión sacamos? Que la pócima de marras cada vez parece menos milagrosa, porque su efecto no se diferencia del de un simple desayuno. En otras palabras, todos estos productos «contra» el alcohol no son más que bebidas con azúcares, que disminuyen la absorción de etanol como cualquier otro alimento: así, resultan absolutamente inútiles si la bebemos durante una comida o una cena, porque esta ya tendrá un efecto al menos igual al del brebaje mágico. Eso sí, a cinco euros la botellita.
Bibliografía:
Jones AW. Evidence-based survey of the elimination rates of ethanol from blood with applications in forensic casework. Forensic Sci Int. 2010 Jul 15;200(1-3):1-20. Epub 2010 Mar 20.
Jones AW, Jönsson KA, Kechagias S. Effect of high-fat, high-protein, and high-carbohydrate meals on the pharmacokinetics of a small dose of ethanol. Br J Clin Pharmacol. 1997 Dec;44(6):521-6.
Norberg A, Jones AW, Hahn RG, Gabrielsson JL. Role of variability in explaining ethanol pharmacokinetics: research and forensic applications. Clin Pharmacokinet. 2003;42(1):1-31.
Unas curiosidades sobre la resaca
Las estadísticas dicen que la mayoría de vosotros sabéis por experiencia propia de qué estoy hablando; reconocéis la sensación de levantaros con un tremendo dolor de cabeza, el estómago dado media vuelta y mucha sed. Y la experiencia me dice que, entre todos, podríamos juntar más de una docena de remedios «de la abuela», casi todos igual de inútiles. Así que antes de abandonarnos a los excesos de estas fechas, veamos qué es eso de la resaca, por qué ocurre y qué podemos hacer para evitarla.
¿Resaca? ¿Qué resaca?
La resaca es un conjunto de síntomas que siguen a una ingesta más o menos generosa de etanol, una vez que sus efectos lúdico-festivos han desaparecido1. La resaca incluye un soberano dolor de cabeza, una sensación subjetiva de «ay, qué malito que estoy», y alteraciones gastrointestinales de todo tipo: unos no tienen hambre, otros se van por abajo, y unos pocos por arriba. Añadamos a la lista las bajadas de tensión, un leve temblor e incluso el «corazón post-fiesta», palpitaciones debidas a la toxicidad cardíaca del alcohol2. Y, aunque no nos demos cuenta, también hay que añadir a la lista una disminución de las habilidades motrices y la coordinación visuoespacial: mala idea conducir después de una borrachera.
¿A qué se debe la resaca?
Siento defraudaros: no se sabe con certeza. El profesor de Fisiología hablaba de deshidratación, y quizás tuviera algo de razón: el alcohol disminuye el efecto en el riñón de la hormona antidiurética (ADH), de modo que ésta deja de «guardar agua» y hace que orinemos más, provocando deshidratación. También se ha visto que hay una correlación entre la dureza de la resaca y la cantidad de ADH en sangre1, pero correlación no implica consecuencia, así que no está claro si la deshidratación causa la resaca o si simplemente ocurren a la vez.
Por su parte, el de Farmacología mencionaba el acetaldehído, que es el primer producto del metabolismo del alcohol, y que puede causar taquicardia, sudores, náuseas y vómitos. No obstante, eso ocurriría a concentraciones mayores de las que tenemos en sangre tras haber bebido… excepto los orientales, porque a ellos les falla la enzima que lo elimina3.
De hecho, si alguna vez habéis salido de fiesta con un japonés, los pobres lo pasan muy mal: tienen muy poco aguante porque su organismo metaboliza muy rápido el etanol a acetaldehído4 pero luego les cuesta librarse de éste, acumulándose en sangre y provocándoles una especie de «efecto Antabus»; con unas pocas copas se les suben los colores y ya quieren volverse a casa: ¡angelitos!
Y la experiencia, que es la madre de la Ciencia, nos ha enseñado que una borrachera de vodka asegura una mañana más tranquila que liarse a whiskazos: la culpa es de los llamados «congéneres», unos subproductos (como polifenoles, metanol o histamina3) obtenidos en la producción de las bebidas alcohólicas, principalmente los licores oscuros (brandy, whisky, tequila…). Quizás por esto se asuma popularmente que las bebidas dulces causan un pedo «cabezón»: el problema no es el contenido de azúcar6, sino esas otras moléculas que aparecen durante su producción.
Una última hipótesis «bioquímica» habla de una desregulación de moléculas inflamatorias3: el alcohol induciría un aumento de citoquinas y tromboxano B2, que causarían los síntomas (dolor de cabeza, náuseas, abatimiento).
Pero además de todo esto, dicen que la gravedad de la resaca también depende de si tienes un pedo alegre o llorón: parece ser que enfadarse o deprimirse durante la borrachera se asocia a una peor resaca, al igual que ciertos rasgos de personalidad5 o cómo hayas dormido esa noche7.
¿Cómo podemos tratarla?
¿Tratar la resaca? Levántate y prepárate otro Jack Daniels’ con cocacola, porque realmente la resaca no tiene un tratamiento eficaz: algunos lo han intentado con el zumo de alcachofa8 o los higos chumbos9, pero el caso es que ninguna de estas opciones han demostrado servir para algo10. Así que, si para tratarlo vamos jodidos, quizás deberíamos pensar en prevenirlo.
Para evitar la resaca, lo único eficaz es no beber. Claro que si yo escribo esto y tú lo lees, es porque no lo consideramos una opción, ¿verdad? Entonces quizás puedas elegir qué beber: cerveza, vodka o ginebra causan menos resaca que el coñac, el vino tinto o el ron7. También mencionamos la deshidratación: beber agua disminuye (pero no elimina) los síntomas de la resaca5. Y dado que puede haber unas alteraciones inflamatorias por ahí, con sus tromboxanos y tal, resulta lógico pensar que lo disminuiremos tomando un antiinflamatorio (vg. ibuprofeno) antes de ir a dormirla, pero no hay estudios al respecto.
Y quizás algunos hayáis oído hablar de la vitamina B6. En efecto, hay un estudio11 con diecisiete individuos que concluye que es útil para prevenir la resaca. Sin embargo, no sólo es un ensayo muy pequeño, sino que ni siquiera explica los posibles mecanismos, así que lo podemos pasar por alto.
En fin, damas y caballeros: esto es lo que hay. Lamentablemente tendremos que seguir aplicándonos el dicho de «Noches alegres, mañanas tristes.». Otro día hablaremos de esas pastillas que dicen que quitan la resaca y bajan el alcohol; entretanto espero haberos contado algo que no supiéseis. Si es así, tomaos una copichuela a mi salud.
Bibliografía:
1: Wiese JG, Shlipak MG, Browner WS. The alcohol hangover. Ann Intern Med. 2000 Jun 6;132(11):897-902.
2: Menz V, Grimm W, Hoffmann J, Maisch B. Alcohol and rhythm disturbance: the holiday heart syndrome. Herz. 1996 Aug;21(4):227-31.
3: Prat G, Adan A, Sánchez-Turet M. Alcohol hangover: a critical review of explanatory factors. Hum Psychopharmacol. 2009 Jun;24(4):259-67.
4: Klaassen CD, editor. Casarett and Doull’s Toxicology: the basic science of poisons. 7ª ed. McGraw-Hill; 2007.
5: Calder I. Hangovers. BMJ. 1997 Jan 4;314(7073):2-3.
6: Ylikahri RH, Leino T, Huttunen MO, Pösö AR, Eriksson CJ, Nikkilä. Effects of fructose and glucose on ethanol-induced metabolic changes and on the intensity of alcohol intoxication and hangover. Eur J Clin Invest. 1976 Jan 30;6(1):93-102.
7: Verster JC. The alcohol hangover–a puzzling phenomenon. Alcohol Alcohol. 2008 Mar-Apr;43(2):124-6. Epub 2008 Jan 8.
8: Pittler MH, White AR, Stevinson C, Ernst E. Effectiveness of artichoke extract in preventing alcohol-induced hangovers: a randomized controlled trial. CMAJ. 2003 Dec 9;169(12):1269-73.
9: Wiese J, McPherson S, Odden MC, Shlipak MG. Effect of Opuntia ficus indica on symptoms of the alcohol hangover. Arch Intern Med. 2004 Jun 28;164(12):1334-40.
10: Pittler MH, Verster JC, Ernst E. Interventions for preventing or treating alcohol hangover: systematic review of randomised controlled trials. BMJ. 2005 Dec 24;331(7531):1515-8.
11: Khan MA, Jensen K, Krogh HJ. Alcohol-induced hangover. A double-blind comparison of pyritinol and placebo in preventing hangover symptoms. Q J Stud Alcohol. 1973 Dec;34(4):1195-201.
Mitos asociados a la Navidad y el invierno
Aunque un poco a destiempo (lo bueno se hace esperar), os traigo, de manos de Diario Médico, la refutación de unos cuantos mitos navideños e invernales. Como sería tontería que tradujese entero el artículo original del BMJ en el que aparecen, me he permitido hacer una adaptación libre (y sin errores, no como en DM). Eso sí: las conclusiones son las mismas.
El azúcar causa hiperactividad en los niños.
Naaah. Doce estudios aleatorizados de doble ciego (vamos, la rehostia) no han encontrado diferencias entre niños dulces y más agrios, incluso incluyendo en el ensayo a niños con TDAH. Así mismo, en otro estudio se observó que el factor «Este niño se mueve más que la compresa de una coja» depende de la apreciación subjetiva de los padres cuando saben que ha tomado alguna bebida azucarada.
Los suicidios aumentan durante las vacaciones.
Entre el frío que pela, el alcohol que suelta la lengua, y que hay que aguantar a la suegra, muchos acarician la idea de usar el cuchillo de trinchar el pavo con otros fines. Sin embargo, las conclusiones de los estudios no son demasiado claras: en Japón, con eso del hara-kiri, sí que se observó una mayor incidencia de suicidios después de las vacaciones, pero no ocurría lo mismo en los Estados Juntitos (allí son más de pistola y cuatro tiros al vecino).
Respecto a la influencia entre las horas de oscuridad y las tasas de suicidio, estudios en Finlandia, Hungría, India y Estados Unidos no han mostrado una relación directa, sino más bien lo contrario: de haber una variación estacional, esta desplazaría los suicidios hacia el verano (¿tú te imaginas a una húngara en bañador?).
Toxicidad de la Flor de Pascua.
Mucha gente piensa que la flor de Pascua es tóxica: no obstante, sólo un 4% de los casos de ingestión de la planta han necesitado tratamiento médico. Así que si vas a intentar lo del punto anterior, repito: el cuchillo sigue siendo más eficaz.
Pérdida excesiva de calor por la cabeza.
Cuando llega el invierno florecen gorros de todo tipo: unos lo llevan porque les gusta, y otros porque «han oído» que por la cabeza se pierde mucho calor. Y eso no es más que la conclusión sesgada de un estudio del año catapún, en el que cogieron a unos soldados, los forraron con anoraks y demás parafernalia de supervivencia ártica, y vieron que la mayor parte del calor la perdían por la cabeza: ¡nos ha jodido! ¡Si es lo único que tienen descubierto! La realidad es que, como parece lógico pensar, la cabeza no «emite» más calor que cualquier otra parte del cuerpo en las mismas condiciones. Eso sí: si vosotros queréis poneros sombreros, os recomiendo uno de estos. Triunfaréis, capullos.
Los atracones nocturnos te ponen fondón.
Uno engorda porque come más de lo que gasta, punto. Si después de una cena navideña saliésemos a la calle a perseguir a Santa Claus por los tejados para apedrearle los renos, seguro que adelgazábamos. Los estudios que apoyan el que comer por la noche engorda más, son aquellos que encuentran una relación del tipo «Las personas gordas comen por la noche más que las que no están gordas». Ya: comen más por la noche… y para desayunar, comer y merendar, y también para almorzar, cenar y recenar.
Remedios para la resaca.
Uno: no haber bebido. Dos: seguir bebiendo. Si son las diez de la mañana, es demasiado tarde para el primero y demasiado pronto para el segundo, así que hay que buscar otra alternativa. Tu propio cuerpo te dará la respuesta: ¿acaso no tienes una sed de agua terrible? Esto no viene en el BMJ, pero lo añado yo: la razón principal de la resaca es la deshidratación (neuronal) a la que nos hemos sometido con el alcohol (pero no es plan de ponerse a hablar ahora de osmolalidades, ¿verdad?). Pues bien: para curarlo, nada mejor que agarrar una botella de agua mineral y darle duro.
Y yo aviso: habrá segunda parte…
Y todo gracias a este artículo:
Festive medical myths. Vreeman RC, Carroll AE. BMJ. 2008 Dec 17;337:a2769.