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Chuletas médicas
La profesión médica se caracteriza, además de por la bata blanca y el fonendo, por una memoria prodigiosa y un vocabulario incomprensible. Lo que la gente ignora es que lo segundo suple una carencia de lo primero: esas expresiones tan rebuscadas simplemente resumen una enfermedad o procedimiento, para que no tengamos que acordarnos de todo.
No obstante, hay momentos en los que no cabe palabrería o reglas nemotécnicas. Es el caso de las posologías de fármacos: ¿cuántos días? ¿veinte miligramos o mejor cuarenta? ¿dos o tres tomas? Para echar un capote y aliviar el trabajo de las guardias contamos con libros-chuleta: compendios que recogen el saber esencial en puerta de Urgencias o en la visita de un internista, todo ello en «tamaño bata» (si bien, a pesar de caber en un bolsillo, ladean la ropa notablemente: pequeños pero matones).
El mejor de todos ellos, el más extendido, el libro de cabecera del galeno, es el Medimécum. Basado en el clásico Vademecum de hilarante nombre (¿cómo puede llamarse «anda conmigo» un libro de 7 cm de grueso que pesa cinco kilos?), este pequeñín con siete ediciones a sus espaldas no se anda con zarandajas y te dice todo y sólo lo que quieres saber. Agrupa los fármacos por grupos terapéuticos (antihipertensivos, antidepresivos tricíclicos…) introducidos por breves explicaciones, y contiene todos los medicamentos de un mismo principio activo, indicando sus diferentes presentaciones y precio. Además cuenta con pequeños «capítulos» explicativos sobre fluidoterapia, profilaxis antibiótica o algoritmos de tratamiento que resultan muy socorridos. Por ~30€ podéis meteros todo ese conocimiento en vuestro bolsillo: 1100 páginas tipo pergamino con un tamaño de 20×11×3 centímetros.
No obstante, si lo que os trae de cabeza son especialmente los antibióticos (yo me di por vencido hace mucho), os recomendaría la Guía Sanford de terapéutica antimicrobiana: otra pequeña guía, también en «formato bata» aunque con una maquetación menos cuidada, que contiene cientos de tablas agrupando tratamientos anti-bacterianos/micóticos/parasitarios/víricos por microorganismo y patología, indicando alternativas para alérgicos y organismos resistentes, y la bibliografía en que se basa (EBM en estado puro). Eso sí: es un libro que os puede regalar el visitador médico de turno, así que antes de comprarlo no estaría de más preguntar…
Pero claro, estos son manuales de tratamiento, y no podemos curar una enfermedad sin saber antes de qué se trata. Para ello tenemos la Cliniguía (actualización de diagnóstico y terapéutica): un manual de Medicina Interna que contiene todo lo que necesitas saber en una puerta de Urgencias o en una consulta general. Con un aspecto sospechosamente parecido al Medimécum (y un precio similar), es su complemento perfecto. Recoge las enfermedades más comunes (y otras que no lo son tanto), resumidas sin dejarse una coma y sin que sobre ni una palabra, y enfatizando la patología urgente (es a lo que se ciñen, por ejemplo, los temas de Oftalmología y Psiquiatría). Asimismo, está salpicada de recuadros tipo «¡Que no se te olvide!» y algoritmos y tablas de diagnóstico y tratamiento. Vamos: el Harrison de la práctica diaria.
En penúltimo lugar, y dedicado a una de las habituales de este blog (al otro no, porque ya no lo necesita), el pequeño «Handbook of Anesthesiology»; aunque no sirve para estudiar, es una especie de chuletario con todo aquello que conviene saber en un quirófano, desde las causas de fallo de un pulsi, a la posología de la fenilefrina. En el hospital lo introdujo un médico argentino, y ahora lo llevan en el bolsillo todos los residentes (y hasta algún consultor). Porque, ese es un dato importante, ¡cabe en el bolsillo del pijama! Eso sí: si lo vas a sobar mucho, te merece la pena gastarte unos euros más en encuadernarlo con anillas para no ir perdiendo hojas de conocimiento por ahí…
Y, por último, una joyita que me presentó una compañera que hizo un rotatorio en Estados Unidos: la guía Maxwell. Enamora a todo el que la ve con sus algoritmos de soporte vital, lista de valores normales, directrices para la redacción de informes (desde un parto hasta un alta) o una guía de exploración neurológica. Cosas que todos deberíamos saber… pero bueno, que no está mal llevarlas apuntadas en algún lado.
Ya tenéis algo que pedir a los Reyes Magos este año. Y no, no he cobrado nada por escribir esta entrada. ¿Tenéis alguna sugerencia que añadir?